Los muleños recuperan su castillo

Castillo de Mula

Casi seis siglos después, los muleños recuperan por fin su Castillo. Han hecho falta 594 años, numerosos pleitos y tres rebeliones (a la tercera ha ido la vencida), para que el castillo pase de nuevo a titularidad de la villa de Mula. Todo este periplo comenzó un aciago 12 de septiembre de 1430, cuándo el rey Juan II concede el señorío de Mula con su fortaleza (hasta entonces era villa de realengo) a Alfonso Yáñez Fajardo II, como recompensa por su destacado papel al frente de las huestes murcianas en la guerra que hizo en el marquesado de Villena, a don Enrique, Infante de Aragón, pues lo redujo a la Corona de Castilla. «Hago a vos merced, grazia e donazion pr juro de heredad para siempre jamás, de la mi Villa de Mula que es el Obispado de Cartaxena con su castillo y fortaleza, con todas las rentas y pechos, y derechos pertenecientes al señorío de la dha villa, y con sus tierras y terminos, y prados y pastos, y dehesas, y vasallos y con toda su jurisdición civil y criminal, y mero mixto Ymperio…».[1] Así reza en la supuesta carta de donación.

          El 29 del mismo mes, Yañez Fajardo II, el más aguerrido de la estirpe, auténtico prohombre medieval nacido para el campo de batalla y ávido de poder y gloria, hace posesión de su señorío en la iglesia de San Miguel de Mula (hoy ermita del Carmen). Conocedores de la beligerancia del adelantado, nadie osó poner ningún pero al documento presentado por su paisano: Yañéz Fajardo era natural de Mula. Su muerte acaecida en 1444, fue aprovechada por la oligarquía muleña para poner en cuestión el documento de donación del señorío, no llevaba firma real, abriendo un periodo de enfrentamiento entre el concejo de Mula y la familia Fajardo, con rebeliones y pleitos durante muchos siglos.

Firma del acta de posesión del castillo en la propia fortaleza, por el alcalde y secretario del Ayuntamiento de Mula
Firma del acta de posesión del castillo en la propia fortaleza, por el alcalde y secretario del Ayuntamiento de Mula

     Muerto Alfonso Yáñez Fajardo II, su hijo Pedro Fajardo Quesada, de catorce años de edad, hereda el Adelantamiento del Reino, cosa que enconó a su primo, Alonso Fajardo El Bravo, por considerarse con más derecho que él. Alonso Fajardo ya era un veterano y afamado guerrero y alcaide del castillo de Lorca en aquellas fechas. Al poco de morir su tío, El Bravo comienza la guerra contra su primo y ciudades y villas partidarias de Pedro Fajardo, enfrentamiento que duraría muchos años con altibajos. Aprovechando esta rivalidad, en 1453, el concejo de Mula se levanta en armas y con la complicidad de Alonso Fajardo, se apoderan de la villa y su fortaleza expulsando a los partidarios del adelantado Pedro Fajardo Quesada. «La villa no la he conquistado para sí, sino para devolverla a la corona real», dijo El Bravo entonces.[2] Cuatro años duró esta rebelión muleña hasta que el largo asedio de las tropas del adelantado, junto con los refuerzos enviados por el rey Enrique IV, rindieron a los amotinados y se hicieron de nuevo con el control de la villa y su fortaleza, volviendo de esta manera al señorío de Pedro Fajardo Quesada.

     La segunda rebelión fue en julio de 1520 a semejanza de la anterior. Aprovechando la rebelión de las Comunidades[3] en Castilla contra el rey Carlos I, de nuevo los muleños se alzan en armas y se apoderan del control de la villa y su castillo, expulsando de nuevo a los partidarios de Pedro Fajardo Chacón, primer marqués de los Vélez. Enterado de lo ocurrido en su villa de Mula, el marqués pone rumbo a ella para poner orden, pero se encontró con la resistencia muleña impidiéndole su entrada si no aceptaba los capítulos recogidos en una escritura pública de concordia. En un altar improvisado en la puerta de Yéchar (Placeta del Puntarrón), Pedro Fajardo, mano en pecho y delante de una cruz, jura por el hábito del Señor Santiago respetar los usos y costumbres de los muleños, así como los privilegios que la villa tenía desde tiempo inmemorial. A cambio, los alcaldes de Mula juran reconocerle como señor de la villa y rendirle vasallaje y pleitesía.[4]

     Este estatus de concordia duró tan solo cuatro años. El marqués no estaba dispuesto a doblegarse ante sus vasallos, tampoco podía romper un juramento público de tanta solemnidad. Pero la figura del marqués era muy alargada, demasiado. Pedro Fajardo se había criado en la Corte Real, por tanto, tenía muchos amigos con poder en dicha Corte. Tirando de influencias, en 1524 el marqués consigue que el Consejo de Castilla anule los acuerdos firmados, acusando a la villa de Mula de sublevación en favor de las Comunidades y que se había visto obligado a firmar los capítulos para frenar el alzamiento. «Sepades que pʳ parte  de Dᶰ Pedro Faxardo Marques de Velez nro Adelantado e Capitan Maior del Reino de Murcia nro basallo, nos fue fha relaçion por su petiçion diçiendo que, en tiempos de las alteraçiones pasadas que hubo en estos nros reinos  a voz de comunidad, que la su Villa de Mula e veçinos della se revelaron contra él en favor de las dhas comunidades e se apoderaron de la dha Vª e de la fortaleza della e no se la quisieron entregar, ni obedeçer, sin que primero les otorgase ciertos Capitulos que le pidieron…»[5] Escribía el rey en una provisión real. Todo lo contrario, la historia nos dice que lo de Mula fue un levantamiento antiseñorial, mientras que el marqués fue uno aliado de los comuneros. A partir de aquí, comenzaron los pleitos por el señorío que culminaron en 1555 en la sala de las Mil Quinientas Doblas, con una sentencia salomónica que no contentó a nadie. Desde entonces y durante siglos, cualquier desencuentro entre las dos partes terminaba en pleito.

Acta de ocupación del castillo
Acta de ocupación del castillo

     Mientras tanto, con el paso del tiempo, el castillo había perdido su función principal: la militar, siendo destinado por la Casa Fajardo como archivo. Con la desaparición de la línea directa de los Fajardo a finales del siglo XVII, el castillo entra en un declive progresivo. Archivo, artillería y demás pertrechos son retirados de la fortaleza y abandonada definitivamente en el siglo XVIII, siendo saqueada y vandalizada en numerosas ocasiones destruyendo puertas y puentes que se iban reparando de tiempo en tiempo. A mediados del siglo XIX, el castillo es amputado del marquesado de los Vélez para terminar en manos de Alfonso Chico de Guzmán a finales del mismo.[6]

     Casi cinco siglos después, otra rebelión, en esta ocasión pacífica, consigue levantar a los moradores de la villa de Mula para recuperar su castillo que se encuentra en un estado de abandono y ruina deplorable. Hartos de falsas promesas y medidas incumplidas, el 23 de julio de 2015 los muleños se constituyen en una plataforma ciudadana: Mula por su Castillo. Esta plataforma se crea como último recurso de presión para frenar el grave deterioro de la fortaleza y devolverle la dignidad perdida desde que el Tribunal Supremo fallara en enero de 1999 a favor de la familia Bertrán de Lis y Pidal. Desde entonces, el castillo se encuentra en estado de abandono y ruina progresiva. La misión de la plataforma, según reza en su manifiesto, es presionar a propietarios y gobernantes para que se cumplan los artículos 8 y 9 de la Ley 4/2007 del Patrimonio de la Región de Murcia. En dicho manifiesto se recogen las inquietudes de un pueblo que ve como su castillo, uno de los monumentos más emblemáticos del viejo Reino de Murcia, se arruina sin que las autoridades pongan freno a esta aberración monumental.

     Pronto consigue la plataforma el apoyo de toda la corporación municipal y muleños en general. Este mismo año convoca una manifestación pacífica, la cual llaman: Asalto al Castillo. Más de un millar de personas se concentran en la Plaza del Ayuntamiento y comienza una marcha hasta la fortaleza dónde se da lectura a los puntos más importantes del manifiesto. No se le tomó en serio a la plataforma por parte de los dueños y autoridades regionales, pensaban que esto era una noche de verano. Pero no. La plataforma continúa su presión y animada por los muleños y apoyada por el Ayuntamiento, comienza un periplo de entrevistas al más alto nivel con autoridades y partidos políticos de ámbito regional, incluso algún ministro.

Miembros de la plataforma ciudadana Mula por su Castillo

     La cosa no avanzaba mucho y al año siguiente la plataforma convoca otra manifestación, en esta ocasión la llamó: Abrazo al Castillo. De nuevo, más de un millar de vecinos se dieron cita para dar un abrazo simbólico al castillo, rodeando la ladera que corona y mandando un mensaje contundente a navegantes: los muleños no se rinden y quieren su castillo. Este abrazo fue el detonante de la reconquista de la fortaleza que ha durado nueve años de “asedio”. “Asedio” a las autoridades regionales, presidente, consejeros, directores generales… “Asedio” a los grupos políticos representados en la Asamblea Regional. Reuniones con las autoridades locales y grupos políticos. Un sinfín de viajes a Murcia y Cartagena, entrevistas en todos los medios de comunicación regionales e intensas reuniones para acordar la estrategia a seguir. Ha merecido la pena. Naturalmente, el trabajo de la plataforma Mula por su Castillo no habría llegado a buen puerto sin la colaboración del alcalde y todos los miembros de la corporación municipal, sin el gran trabajo de los técnicos dedicados al castillo y sin el apoyo incondicional de los muleños. «Acta de Ocupación. En el Castillo de Mula, a 7 de marzo de 2024». Este es un día histórico para Mula grabado a sangre y fuego en los anales de su historia. Un homenaje para todos aquellos antepasados que lucharon por su castillo. Un hito que jalona la rica historia de la villa de Mula y su gente. MULA POR SU CASTILLO.

Juan Gutiérrez García


[1] Archivo Municipal de Mula, fondos GEBETE.

[2] Torres Fontes, Juan: Fajardo el Bravo. Biblioteca Murciana de Bolsillo n. 140. Murcia 2001

[3] La Rebelión de las Comunidades fue un levantamiento civil armado, que tuvo su origen en el interior de la Corona de Castilla, siendo sus cabecillas, Padilla, Bravo y Maldonado. Según algunos historiadores, este levantamiento tenía como objetivo devolver la corona a la reina Juana de castilla, conocida en la historia como Juana la Loca. La guerra fue muy desigual en toda la Corona convirtiéndose en muchos lugares en un levantamiento antiseñorial como ocurrió en Mula. El 23 de abril de 1521 fueron decapitados los tres cabecillas comuneros tras su derrota en la batalla de Villalar. Hoy Villalar de los Comuneros.

[4] Sánchez Maurandi, Antonio: Historia de Mula, Murcia 1956. Página 50-53, tomo I.

[5] Sánchez Maurandi… Página 55, tomo I.

[6] Zapata Parra, José Antonio: El Castillo de Mula. Murcia 2015.

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La reconquista de Mula por Alfonso X el Sabio

Este año se conmemora el VIII Centenario del nacimiento de Alfonso X el Sabio (23 de noviembre de 1221), rey de la Corona de Castilla (reinos de León, Castilla, Galicia, Toledo, Córdoba, Sevilla y Murcia) entre los años 1252-1284. Fue uno de los reyes castellanos más carismáticos de la baja Edad Media y un estudioso de las ciencias del saber. Algunos historiadores apuntan que fue un monarca del renacimiento nacido dos siglos y medio antes.

Imagen de Las Partidas

          Sentó las bases del estado moderno con reformas económicas y la promulgación de numerosas leyes, como el Fuero Real y Las Siete Partidas. Creó el Honrado Consejo de la Mesta. Impulsó la Escuela de Traductores de Toledo y fundó las de Murcia y Sevilla con la traducción de numerosos textos del latín, judío y árabe al castellano. Escribió numerosos libros y textos literarios destacando las Cantigas de Santa María, la Estoria de España, las Tablas Alfonsíes, el Lapidario, también libros de juegos y magia.                    

Pero dejemos al rey sabio con sus viejos manuscritos y retrocedamos a su juventud. Allá por 1243, siendo infante, Alfonso enviado por su padre el rey Fernando III el Santo, se dirigía con su hueste al-Andalus a la conquista de nuevas tierras. Estando en Toledo se presentó una embajada de la Taifa de Murcia encabeza por el hijo del emir murciano Ibn Hud y un buen nutrido séquito de arráez (alcaides) para ofrecerle la capitulación del reino a cambio de protectorado frente al Reino de Aragón y el Reino Nazarí de Granada. Este inesperado regalo cambió el rumbo del infante y en abril se encontraba en Alcaraz firmando la capitulación del Emirato de Murcia.[1]

         Esta capitulación tiene su origen a principios de enero de 1238 cuando fue asesinado Ibn Hud al-Mutawakkil, líder de los musulmanes españoles y emir de Murcia desde 1228, a manos de su amigo el valí de Almería. Según cuenta la leyenda, fue asesinado porque el caudillo almeriense se había enamorado de una bella cristiana que pertenecía a Ibn Hud. Sea como fuere su muerte dejó al-Andalus dividido y la taifa murciana sumida en una profunda crisis política y social. Los nobles y personalidades destacadas de la capital del Segura toman cartas en el asunto para que no se desmorone la taifa y nombran sustituto del malogrado líder de los musulmanes murcianos. En menos de año y medio pasan por el trono tres reyezuelos incapaces de imponer el orden en el territorio. El primero sería Al-Wâtiq, hijo del asesinado Ibn Hud en enero 1238. En agosto de este mismo año le sustituye el sabio y poeta Ibn Jattab. El tercero en discordia fue Zayyân Ibn Mardanix, el destronado emir de Valencia por Jaime I, fue proclamado emir de los murcianos en abril 1239.[2]

          El caos y anarquía se apodera del reino y el verano de este mismo año, Orihuela se alza en rebeldía contra Ibn Mardanix y proclama su independencia, poco después lo haría Lorca, le seguirían Cartagena y Mula. Ante el rumbo que habían tomado los acontecimientos en la taifa murciana, en 1241 un hermano del asesinado Ibn Hud, del mismo nombre que este e intitulado Bahaodaula, se levanta contra Zayyan instaurando nuevamente la dinastía hudí en Murcia. Aunque consigue someter al arráez de Orihuela y poner fin a la revuelta de otras medinas, la debilidad de su hueste no le permite acometer otra batalla contra las «taifas» independientes de Lorca, Cartagena o Mula. La impotencia de Ibn Hud Bahaodaula de unificar el territorio, junto con la inestabilidad fronteriza que vive el emirato murciano, le lleva pactar con Castilla.[3]

          Los acuerdos fundamentales de esta capitulación serían: protección del territorio ante posibles invasores, respeto a su religión, costumbres, bienes y leyes. A cambio, los musulmanes murcianos pagarían en vasallaje una cantidad de parias y la entrega de las fortalezas. El 1 de mayo de 1243, el infante Alfonso al frente de su hueste hacia su entrada triunfal en la capital del reino sin tan siquiera haber desenvainado la espada. Tomó posesión de los alcázares y abasteció de guarnición los castillos y lugares «en todo el reyno de Murcia, saluo Lorca et Cartagena et Mula que non se quisieron dar nin entrar en la pletesia que los otros». (Crónica General, cap.1060)  

          Después de dejar los castillos abastecidos de tropa castellana, el Infante se dirige a la conquista de Mula, pero «Mula es villa de grant fortaleza et bien çercada, et el castiello della es commo alcaçar alto et fuerte et bien torrado». (Crónica General, cap.1065) Ante la dificultad que ofrecían sus murallas y fortaleza, el Infante Alfonso decide no acometer acción alguna y regresa a la Corte a dar cuenta a su padre y conseguir refuerzo para someter todo el Reino de Murcia. Antes de partir, deja una mesnada de « mas de trescientos homes de a caballo y otros peones en el año de mil ducientos é quarenta é uno (1243)»[4] para hostigar y saquear los ganados, campos, huertos y aguas de la villa con el ánimo de ir quebrantando la voluntad de sus moradores.

          En febrero de 1244, el Infante Alfonso regresa de nuevo al Reino de Murcia acompañado de los maestres de las órdenes militares de Santiago y el Temple y con «grant recua et gran conpanna»[5] para someter las plazas rebeldes. Después de abastecer de vituallas y guarnición los castillos del reino, se dirige con el grueso de tropa al cerco que mantenía su hueste sobre Mula desde el año anterior: «é en el año benidero de mil ducientos é quarenta y dos (1244) Albar Martin Zapata fixo biaxan alos Reales del Rey á quinientos homes de a pie con ballestones, é por caudillo al Noble Basco Parraga».[6] Seguramente, el campamento estaría levantado en alguna zona dominante no alejada del río en previsión de un largo cerco. Con la llegada del infante se intensifica el asedio con el fin de asfixiar aún más a los musulmanes muleños impidiendo el suministro de alimentos y agua.

          Mientras los muros de la ciudad eran atacados con máquinas de guerra como catapultas, ballestas o trabuquetes, se hacía una cava por mediodía. A medida que pasan los días, los meses, la vida en el interior de las murallas se va haciendo más insostenible. El asedio, enfermedades y hambruna van debilitando la voluntad y capacidad defensiva de los moradores de la villa.

          Enterado el Infante de la situación desesperada de los muleños, mandó a sus mensajeros a pleitear con el caudillo de la independiente villa de Mula. Los mensajeros, al pie de la puerta de levante comunican al arráez, Albohazen Belcli, las condiciones para que entregue la villa o la entrarían con las armas. El alcaide, lejos de amedrentarse les contesta desafiante y burlón «que ganaría la villa cuando la mula pariese».[7]         

Conquista de Mula. Dibujo de Juan Álvarez

Informado el infante de la altanería del moro, dio orden de tomar la villa a sangre y fuego y echó sus huestes sobre ella. «Mientras algunos peones asaltaban las murallas con escalas y otros ingenios, por oriente (Puntarrón) atacaban los hermanos Zapata y Párraga, caballeros de Santiago, acaudillando a la gente de Cuenca y Zamora derribando las puertas con arietes y palancones, a tanto, una lluvia de flechas cayó sobre ellos y algunos fincaron muertos. Por la puerta de Mediodía (Gradas del Carmen) los primeros que entraron espada en mano fueron los Dato y Saavedra, también de hábito, con las gentes de Galicia y Castilla, y entraron con tanta furia que todo lo llevaban a sangre y fuego. Las huestes de las montañas acaudilladas por los Melgarejo e Ibarra aguardaban en la puerta de poniente (Esquina Palacio) la huida de los moros y muchos fincaron muertos». (Escritura de Población de Mula, año 1306)

La Crónica alfonsí por su parte dice: Et el ynfante don Alfonso, desque esto por gierto sopo, con conseio et con abiuamiento del maestre don Pelay Correa que punno en lo abiuar en este fecho, echo sus huestes sobre ella et touola cercada grandes dias; et tanto la afinco de gerra et de grandes conbatimientos, que con esto, que con la grant fanbre que auien ya los de dentro, que se ouieron a dar et a meterse en merged del infante et en su poder.[8]

           Así fue ganada la «taifa» de Mula el 23 de mayo de 1244 por las gentes del Infante Alfonso.[9] A continuación «echo a todos los moros ende, sinon muy pocos que mandó y fincar iuso en el arraval».[10] La repobló de cristianos viejos; de la mejor gente y más noble que venía en su compaña; con ochenta caballeros de armas y un nutrido grupo de peones para defender la plaza reconquistada que había quedado en medio de un territorio hostil dominado por los musulmanes.

          «E qe los que quedaron de pobladores se repartieron las moradas, tercias de siembra, huertos frutales e se les dieron otras mercedes. (…) Consagró las dos mezquitas que tenían dentro de la población e las hicieron iglesias, una en onra e gloria de San Miguel, e la otra, en onra de Santo Domingo de Guzman, (…) Después puso alcaides, rexidores alguaciles e de más cargos para el gobierno e guarda del castillo e villa (…) e le confirmo el nombre de Mula en memoria de la arrogancia del moro.» (Escritura de Población de Mula, año 1306)

          La Estoria de España nos habla de la rica huerta de Mula, lo que se traduce en un elaborado sistema de regadío;[11] dice que: «es abondada de todos abondamientos de lauor de tierra et de todas caças de monte que a conplida uilla conuiene, et heredamientos de vinnas et de huertos et de frutales de todas frutas, de montes et de grandes términos et de buenas aguas; de todas cosas es conplida et ahondada mucho».

Fuero de Córdoba concedido a Mula en 1245

          Mula fue la única plaza murciana que el infante Alfonso ganó con las armas. Esto le valió el favor regio y un año más tarde Fernando III el Santo y su hijo le concedían el Fuero de Córdoba firmado en Jaén el 8 de agosto de 1245, el primer privilegio rodado del Reino de Murcia. Al igual que Córdoba, los nuevos pobladores tenían derecho de elegir a su alcalde y miembros del concejo todos los años en vísperas de san Juan. A nombrar juez de justicia, escribano y otros oficios. A no pagar peaje y portazgo de sus productos en todo el reino, salvo en Murcia y Toledo. También le concedía el derecho de tener sello y pendón (estandarte, bandera).[12]

«La poblacion de esta Villa de Mula, fue echa por el dho Ynfante Dn. Alonso de ochenta omes de Armas de los mas Nobles Caballeros Hijosdalgos qe. benian en su servicio, y eran Naturales de Galicia, Leon, Castilla, Montañas é Viscaia, é para qe. se sepa en todo tiempo quien eran, é sus naturalezas é los qe binieron y quedaron los ponemos aquí en esta guisa:

     De Galicia binieron los Faxardos, Llamas, Lasos, Neyras, Parragas, Camachos, Balboas, Sayabedras, Estebanes, Arias, Arcas, Sotos, Talones, Quiles, Arcazar, Arteros, Gallegos, é Fegoroas.

    De Leon,  los  Datos y Garcia, de Castilla é Montañas, Mergarejos, Miñanos, Raeles, Ybarras, Hitas, Valladolides, Votias, Leybas, Menas, Piñeros, Capeles, Coy, Cabeza de Baca, Jiles, Gutierres, Sorianos, Urracos, Phelipes y Flores, Zapatas y Campos.

     De Viscaya, Exeas, Zerbelleras, Murrios, Acurrios, Ruizes, Ximenez, Arronis, Ayalas, Andugas, Notales, Pereas, Albarrazines, y Peñalberes, Zerbantes».        

Escritura de Población, año 1306. Traslado de 1581

Aparte del mencionado Fuero de Córdoba, en su primer viaje como rey a Murcia, Alfonso X concede a Mula las aldeas de Pliego y Bullas con sus castillos, así como todas sus rentas, derechos, heredamientos, ríos…, privilegio otorgado en Murcia el 22 de julio de 1254. En el siguiente viaje de 1257, le entrega el lugar de Campos en las mismas condiciones con privilegio firmado en Alpera el 4 de julio. Con carta fechada en Sevilla a 31 de mayo de 1266, Alfonso X concedía a Mula el derecho de no pagar portazgo de sus productos en Murcia. Por estas mismas fechas también le otorga el derecho de tener mercado los viernes y la dehesa de Cajitán con sus pastos.[13] Por entonces, estos pastos dejaban buenos dividendos con la trashumancia.           

          Si bien en el tema cultural y científico Alfonso X fue un destacado monarca, no se puede decir lo mismo en otras facetas. En lo económico impuso muchos impuestos a nobles y vasallos para costear su ambición de convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Tuvo varias rebeliones de los nobles castellanos, incluso apoyados por sus hermanos. A uno de ellos mandó ejecutarlo.

          La cuestión sucesoria fue su gran quebradero de cabeza. La reforma introducida en Las Partidas otorgaba la sucesión al trono al primogénito y si este moría antes de coronarse pasaba a sus descendientes si los hubiera, cosa que ocurrió con la muerte de Fernando, conocido como de la Cerda. Este tenía dos hijos de corta edad. Sin embargo, esta norma no fue aceptada por su segundo hijo, Sancho, ya que según la tradición (derecho consuetudinario) le correspondía al segundogénito, y a la muerte de su hermano no reconoció a sus sobrinos y se declaró sucesor a la corona. Esta decisión enfrentó a padre e hijo, saliendo victorioso Sancho (pasaría a ser Sancho IV el Bravo) con el apoyo de los nobles castellanos, incluso del infante Manuel, hermano de Alfonso X y adelantado de Murcia, cuando en 1282 se proclamó rey de Castilla, aunque se dice que no acepto coronarse hasta que no muriese su padre. Alfonso X se retiró a Sevilla donde murió el 4 de abril de 1284. El Reino de Murcia sería el pagano de este enfrentamiento por la corona en los años finales del siglo XIII y siguiente.

         La política repobladora parece que fue la causa de la revuelta mudéjar en los reinos de Murcia y Sevilla de 1264-1266. Violante, esposa de Alfonso X, escribió una carta a su padre, Jaime I, pidiéndole ayuda para acabar con la insurrección en Murcia mientras el Sabio lo hacía en Sevilla.

          Tras la rebelión mudéjar, Alfonso X toma una extraña y polémica decisión. En agosto de este año de 1266, le concede un privilegio a Murcia: «otorgamosle por sus terminos estos lugares que son escritos en este preuilegio: Molina Seca e Mula e Val de Ricot e todos los otros logares que fueron termino de la villa de Murçia em tiempos de Miramomen». [14] No sentaría nada bien esta concesión al concejo muleño. Pronto olvidó el rey Sabio el privilegio rodado concediendo a Mula el Fuero de Córdoba para que formara concejo propio y que nunca fuera enajenada de la corona. De nada sirvió que Mula fuese su primera plaza ganada con las armas y que los pobladores muleños se mantuviesen fieles a Castilla en la revuelta mudéjar.  

          A tenor de lo ocurrido, tanto Mula como las otras villas parece que se declararon en rebeldía y no aceptaron el privilegio que ordenaba su ingreso en el término de Murcia. Meses después, el rey Sabio volvió a escribir otra carta al concejo de Murcia en los mismos términos, tampoco fue reconocida por los afectados. Es posible que este fuese el motivo por el cual el concejo de Mula reconoce como rey de Castilla a Sancho IV en 1282, dos años antes de la muerte de su padre.

          Desde su retiro marginal de Sevilla, en enero de 1283, aún hubo otro intento de Alfonso X de incorporar Mula y las villas mencionadas al término de Murcia, intento fallido como es de sobra conocido: «porque los de Molina la Seca et Mula et del val de Ricot e de los otros logares que fueron termino de Murcia en tiempo de Miramomelin, poblamos nos et heredamos et fiziemos muchos bienes et muchas merçedes en estos logares sobredichos porque nos deuien seruir con todo quanto en el mundo ouiesen, et nos deseruieron agora en este tienpo, errando contra nos, teniéndose con aquellos que se nos alçaron con la nuestra tierra pora tollemos nuestro poder et nuestro sennorio. Por ende, no quisiemos que lo que ellos auien en estos logares sobredichos fincase en ellos, mas que tornase a nos et o ouiesen aquellos que conusco  ficaron et nos seruieron».[15]  Pero tres meses después, Sancho IV zanjó el asunto confirmando a la villa de Mula todos los privilegios dados por su abuelo Fernando III y su padre Alfonso X.[16]   

          Qué duda cabe, que Alfonso X el Sabio fue el personaje más importante para la Mula cristiana a lo largo de la baja Edad Media. Sin embargo, han pasado casi ocho siglos de esta epopeya histórica y el pueblo de Mula nunca homenajeó la figura del infante como se merece: que menos que una estatua o una plaza. Pero no, este pueblo «agradecido» con el legado histórico que nos dejó el rey sabio, le dedica una calle en la periferia del pueblo que aún no existe y quizá no veamos nunca. Hora va siendo que el callejero nos traslade y recuerde la rica historia medieval de la villa de Mula.

Mula, 5 de diciembre de 2021-12-07


Publicado en el semanario el Noroeste: https://elnoroestedigital.com/la-reconquista-de-mula-por-alfonso-x-el-sabio/

[1] Juan Torres Fontes: «El reino musulmán de Murcia en el siglo XIII».- En: Anales de la Universidad de Murcia 1952. // «Tratados Pactos y convivencia cristiano-musulmana en el Reino de Murcia (1243-1266)».- En: Murgetana n. 94, páginas 43-53. Academia Alfonso X el Sabio, Murcia 1997. // «Bosquejo histórico de Mula en los siglos XIII y XIV».- En: Murgetana N. 98, Páginas 5-20. Academia Alfonso X el Sabio, Murcia 1998.

[2] Torres Fontes…

[3] Torres Fontes…

[4] Escritura de Población de Mula, año 1306, traslado de 1581. El manuscrito yerra en el año.

[5] Estoria de España que mandó componer Alfonso X el Sabio, transcrita por Ramón Menéndez Pidal y titulada Crónica General de España, III tomos, año 1906.

[6] Escritura Población…

[7] Escritura de Población…

[8] Crónica General…

[9] Escritura de Población…

[10] Crónica General…

[11] Este sistema de regadío con más de u milenio de antigüedad es el que extrae las aguas del río Mula por medio del azud El Gallardo y distribuido por la Acequia Mayor a una red de acequias menores hasta los huertos cultivados.

[12] Nicolás Acero y Abad:

[13]

[14] Juan Torres Fontes: Documentos de

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El crismón del sarcófago hispano-visigodo de la villa romana de Los Villaricos, Mula

Portada del yacimiento romano de Los Villaricos, Mula

En esta campaña de excavaciones —verano 2021— llevada a cabo en una de las necrópolis de la villa romana de Los Villaricos en Mula, ha salido a la luz un sarcófago pétreo en buen estado de conservación de época hispano-visigoda fechado en el siglo VI-VII. El espectacular hallazgo tuvo lugar el pasado 13 de julio por el equipo de trabajo liderado por el profesor de la Universidad de Murcia Rafael González Fernández, catedrático de Historia Antigua, Francisco Fernández Matallana, arqueólogo profesional, José Antonio Zapata Parra, arqueólogo municipal de Mula y José Javier Martínez García, investigador contratado del CEPOAT de la Universidad de Murcia, además de un grupo voluntario de estudiantes de arqueología de la universidad. Los trabajos están financiados por el Ayuntamiento de Mula, la Fundación Cajamurcia y apoyados por el CEPOAT y la propia UMU.

El sarcófago mide aproximadamente 200 cm de largo, 60 cm de ancho, por 70 cm de alto. En su interior se encuentran restos humanos sin ningún tipo de ajuar funerario. La caja del sarcófago apenas si tiene ornamentación, tan solo el relieve de una corona esculpida en su cabecera que sube desde la parte inferior hasta unirla con la tapa de dos aguas. Esta tiene grabados geométricos de entrelazado infinito combinados con hojas de hiedra en ambas vertientes. Destaca una imagen tallada, también en relieve, en el frontal de la cabecera de la tapa muy bien conservada y enmarcada dentro de la mencionada corona de la caja. La imagen en cuestión es un monograma de Cristo (cristograma*): un crismón.

Sarcófago visigodo del siglo VI-VII

La importancia de este nuevo hallazgo en Los Villaricos convierte al crismón en otro icono más para la rica historia de Mula. Este cristograma es un símbolo paleocristiano que representaba en clave secreta a Cristo durante los siglos en los que los cristianos eran perseguidos a muerte por el Imperio Romano. Está documentado que el crismón forma parte de la iconografía pintada en las catacumbas (cementerios) cristianas de Roma como ritos funerarios a partir del siglo II-III.

Según cuenta la leyenda romana de la época, cuando el emperador de oriente Constantino I el Grande marchaba al campo de batalla contra el emperador de occidente Majencio, tuvo la visión de una cruz en el cielo junto al sol. Por la noche, en sueños volvió a tener la misma visión con el mensaje en griego: con este signo vencerás. El signo era un crismón formado por las letras griegas X y P. Al día siguiente, antes de la batalla dio orden de pintar el crismón en el estandarte y escudos de los soldados. Su ejército salió victorioso de esta batalla conocida como Puente Milvio acaecida el año 312. Al siguiente legalizó el cristianismo con el conocido Edicto de Milán. Pocos años después el crismón era estampado en el lábaro de las legiones y acuñado en las monedas de Constantino I, el cual fue bautizado en su lecho de muerte el año 327. Medio siglo más tarde, el cristianismo sería la religión oficial del Imperio Romano decretado por el emperador hispano Teodosio I en el año 380.

El crismón más representado en esta época es el chi-rho. Este contiene las mencionadas letras griegas X (chi) y P (rho) superpuestas, letras iniciales de Cristo: Xpiotóç (Khristós). Al poco se le añade la primera y última letra del alfabeto griego: a/A (alfa)y ω/W (omega); normalmente, alfa en mayúscula y omega en minúscula. En todas las representaciones estas letras están situadas entre las aspas de la X. Durante el románico, aparecen encadenadas o colgando de las aspas superiores. Ambas letras son mencionadas en el libro de las Revelaciones de san Juan: Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, el primero y el último. (Ap 22:13) La lectura completa del crismón viene a decir: Cristo es el principio y el fin de la creación.

Tras estos acontecimientos, los cristogramas se popularizan con su mensaje místico y escatológico que va calando en la sociedad imperial y visigoda. Durante este periodo bajo imperial el primitivo crismón forma parte del arte funerario, monedas y otros objetos de culto. En los siglos XI-XIII experimenta su eclosión plástica en la arquitectura románica, sobre todo en los tímpanos de las iglesias de los reinos cristianos del norte de la península. También era plasmado en los documentos importantes durante este periodo.

Con el paso del tiempo, al primitivo crismón se le fue añadiendo otros elementos y letras con interpretaciones teológicas a gusto del artista o señor que mandaba pintarlo o esculpirlo. Hoy día los especialistas difieren a la hora de descifrar un mismo crismón, algunos casi imposibles de interpretar. El más utilizado en el arte románico es el conocido como trinitario por llevar la letra S (sigma) entrelazada al pie de la P (rho). Los hay de multitud de formas: enmarcado en aro simple o bocel con distintos motivos; con seis u ocho brazos dentro del aro; con la letra omega a la izquierda y derecha en un mismo edificio (catedral de Santiago); con todas las letras invertidas, más bien al revés (Bergua, Huesca); con roseta central de formas variadas; con hasta diez letras capitales (castillo de Loarre)…

          El crismón del sarcófago de Mula es conocido como tau-rho. Su composición iconográfica le da una interpretación diferente, otro significado. Va enmarcado con un círculo o aro con aristas que representa el sol, a su vez, el sol es la luz y la luz es Dios: Yo soy la luz del mundo el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8:12) En su interior, las mencionadas letras T (tau) en la parte inferior y P (rho) en la superior forman una cruz griega. Estas letras son las iniciales de staurós (σταυρός), que significa cruz y stauróō (σταυρόω) crucificar en griego. En el crismón de Mula, conocido también como estaurograma, las letras apocalípticas alfa y omega van invertidas, es decir, omega a la izquierda y alfa a la derecha: fin y principio de la vida. El cristograma va adornado con una corona de olivo, símbolo de victoria utilizado en las olimpiadas de la antigua Grecia. Esta arranca en la base de la caja y sube hasta la tapa para abrazar el crismón. De la parte inferior de la corona arranca la letra I (iota) para unirse con el palo de T (tau) y formar así una cruz latina. La lectura completa del anagrama podría ser: Crucifixión, muerte y resurrección de Cristo. Jesús es la luz que ilumina el mundo, la fe en Jesucristo es el triunfo de la vida eterna sobre la muerte.

Crismón del sarcófago de Mula

También cabe la posibilidad de que la corona sea de laurel, que viene a ser lo mismo. Que el sol represente al Sol Invictus romano, aunque esta era una divinidad pagana; o una simple estrella. También puede ser que la posición de las letras omega y alfa sea un error del artista y que la letra iota que forma la cruz latina no sea tal. Como decía líneas atrás, los cristogramas tienen muchas lecturas, seguro que al crismón del sarcófago paleocristiano de Mula no le van a faltar opiniones diferentes.

Pero este crismón labrado en el sarcófago visigodo hallado en la villa romana de Los Villaricos, no es primero que se conoce en Mula. En campañas de excavación de años anteriores, en este mismo yacimiento aparecieron lucernas de cerámica con crismones diferentes fechados en el siglo V-VII. En la imagen vemos que la lucerna de la izquierda tiene un tau-rho, aunque la P está girada al revés. La de la derecha es un chi-rho bien elaborado, ninguna de los dos lleva más signos cristianos. Incluso desde la baja Edad Media el crismón era familiar a los muleños. Numerosos privilegios concedidos a Mula encabezan el texto de los pergaminos con este símbolo a modo de letra capital. En el Archivo Municipal se conservan dos de ellos. Uno contiene el Fuero de Córdoba concedido a Mula el año 1245 por el Rey de Castilla, Fernando III; el otro es del rey Alfonso X concediéndole el lugar de Campos en 1257.

Lucernas halladas en la villa romana de Los Villaricos, Mula

          El caso es que, el hallazgo del sarcófago, único de este tipo en la Región de Murcia, le da un plus a la emblemática villa romana de Los Villaricos de Mula, una de las más importantes de España. Este asentamiento rural está situado en el paraje del Arreaque, a menos de 3 km del centro de la ciudad línea recta. La villa tiene su inicio en el siglo I d.C. y fue abandonada en la segunda mitad del siglo V aproximadamente. Desde que se hiciese la primera prospección, allá por los años ochenta del pasado siglo, el yacimiento ha ido dando grandes y gratas sorpresas campaña tras campaña. Las excavaciones llevadas a cabo a lo largo de estas décadas han sacado a la luz, de momento, un área construida de unos 3.500 m².

          El núcleo principal conocido como pars urbana, estaba compuesto de una zona residencial (domus) con un patio central porticado de columnas conocido como peristilo (atrio). En torno al patio, giran numerosas habitaciones donde vivían los propietarios de la finca y sirvientes, algunas pavimentadas con mosaicos. Bajo una de ellas se encuentra un espectacular aljibe o cisterna para almacenar el agua potable con pilares de piedra de La Almagra para sustentar el pavimento enlosado de la habitación.

          Al oeste de la domus, se encuentra un conjunto termal (balneum) completo con balsas de agua caliente, templada y fría, sala de reuniones y otras estancias propias de unas termas romanas. Al este del patio principal se documenta una explotación vitivinícola (torcularium) con una serie de habitaciones y piletas a distintos niveles para el proceso de elaboración de vino, además de un gran almacén o bodega que contenía dos filas de pilares sobre basas de piedra de La Almagra para sustentar la cubierta a dos aguas.

Termas villa romana Los Villaricos, Mula

          A unos cien metros al sur de la zona residencial se localiza una colosal almazara (la más grande de península documentada hasta ahora) con seis prensas para la obtención de aceite a gran escala y un espacio construido de casi 700 m². A juicio de los investigadores que están excavando el yacimiento, este asentamiento rural era uno de los centros de producción de vino y aceite más importante de la Hispania romana.

          Tras el abandono de la villa y su explotación agropecuaria hacia finales del siglo V, la zona residencial es reutilizada durante los siglos VI y VII. A la sala más espaciosa (70 m²) de la domus, situada junto al patio principal, se le añade un desproporcionado ábside en forma de herradura para convertirla en basílica o iglesia al culto cristiano, y pavimentada con un mosaico. El patio, atrio y salas colindantes son destinados a necrópolis, en la cual han aparecido cincuenta tumbas, entre ellas el mencionado sarcófago de época visigoda.

  Sin duda, el yacimiento romano de Los Villaricos situado en el paraje del Arreaque en Mula, es un enclave arqueológico de gran magnitud. De hecho, forma parte de la red de Villas Romanas de Hispania. Sin olvidar que lo sacado a la luz hasta el momento es de suma importancia, las ruinas de Los Villaricos aún tiene mucho que decir, aún quedan gratas sorpresas que experimentar y muchas incógnitas por resolver. La continuidad de sus muros en un sinfín de direcciones y la gran cantidad de restos cerámicos desparramados por el paraje, sugieren que queda mucha construcción por desenterrar, mucha más de lo excavado hasta el momento, esto invita a pensar que Los Villaricos puede ser algo más que una explotación agropecuaria, aunque la importancia del mismo está por descubrir. La arqueología tiene la palabra.

Lamentablemente, el dinero destinado a las excavaciones es escaso, insuficiente para llevar a cabo prolongadas campañas de trabajo que abarquen una amplia extensión de terreno. Pasarán muchos años, muchos lustros para que los restos que aún quedan enterrados en este paraje vean la luz.

Mula, 20 de agosto de 2021

Juan Gutiérrez García

FUENTES:

*Un cristograma es un monograma de Cristo. Está formado por una combinación de letras del alfabeto griego o latino y son utilizadas como símbolos cristianos configurando de forma abreviada el nombre de Jesucristo.

-Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana, José Antonio Zapata Parra, José Javier Martínez García: «La villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia): 30 años de investigación». En: XXV Jornadas de Patrimonio Cultural Región de Murcia 2019. Páginas 23-39.

-Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana, José Antonio Zapata Parra: «Sobre la producción del primer torcularium de la villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Zephyrus, LXXXI, enero-junio 2018, Universidad de Salamanca. Páginas 165-186.

-Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana, José Antonio Zapata Parra: «La villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia): un gran centro productor de aceite en la Hispania Tarraconense». En: Archivo Español de Arqueología N.91, CISC 2018. Páginas 89-113.

-Manuel Amantes Sánchez: Una Lucerna africana con crismón procedente del yacimiento rural romano de los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Antigüedad y Cristianismo IX, 1992. Universidad de Murcia. Páginas 469-474.

-Manuel Lechuga Galindo: El conjunto termal de la villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Anales de Prehistoria y Arqueología, Vols. 17-18, Universidad de Murcia 2001-2002. Páginas 477-494.

-Manuel Lechuga Galindo, Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana: «Un recinto de planta absidal en el yacimiento romano de los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Antigüedad y Cristianismo XXI, Universidad de Murcia 2004. Páginas 171-181.

Los Villaricos

Catalogo_Crismon (claustro.com)

crismón – Glosario ilustrado de arte arquitectónico (glosarioarquitectonico.com)

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Las macroplantas fotovoltaicas en Mula, un quebradero de cabeza

Un paisaje de placas solares en nuestros campos, no es que sea muy atractivo que digamos, más bien es una aberración a la vista, aparte de otros inconvenientes medio ambientales. Pero aquí puede que no quede la cosa. Poblar nuestros tejados de placas, tampoco es que sea algo agradable de contemplar. Subir al castillo y ver los tejados de nuestras iglesias, caseríos y demás edificios del casco antiguo plagado de esta extravagante cubierta, va a ser difícil de asimilar, pero tal vez tengamos que acostúmbranos al igual que lo hemos hecho con las antenas de telefonía en las terrazas de los edificios, que tampoco son muy «bonicas», aparte de otros inconvenientes. Sencillamente, la idea no me gusta, me desagrada más bien, pero…

          El acuerdo de Paris de 2015 para la reducción de gases invernadero y frenar el cambio climático, requiere cambiar las pautas en la producción de energía eléctrica y otros sectores. Para cumplir con el objetivo marcado en este acuerdo, hay que sustituir las centrales termoeléctricas por su gran emisión de gases contaminantes por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas…). A esto hay que añadir que las centrales nucleares, pese a no influir en el efecto invernadero, tienen los años contados, ya que, en España se ha renunciado a la energía nuclear. Estas centrales son muy peligrosas en caso de accidente en sus reactores y generan muchos residuos radiactivos que duran una eternidad. Se estima que para 2035 todas ellas (7 reactores) estén cerradas. Entre ambas modalidades producen la mitad de la energía eléctrica en España.

          Ante este panorama, la demanda de energías renovables como la eólica y solar se han disparado para cubrir la producción según vayan cerrando estas centrales. La España del norte puebla sus montes de molinos, mientras que la del sur cubre sus llanos de placas fotovoltaicas. La enorme dimensión de terreno que demandan estas plantas eléctrica ya está generando protestas en algunos lugares. El caso es que si cerramos unas hay que abrir otras, o no ser que compremos la electricidad a Francia al precio que ellos digan. El país vecino tiene 59 reactores nucleares, 8 veces más que España, para una población de 68 millones frente a los 47 millones de nuestro país.

          Desde hace tiempo, ecologistas, políticos y otros organismos vienen asegurando que las energías renovables son verdes y limpias. La realidad parece distinta, aunque siempre será mucho menos contaminante que las fósiles. Para otros, la energía nuclear es la menos contaminante, produce más y no es tan peligrosa como la pintan. Hoy día es difícil encontrar información neutral y fiable (para cualquier tema) en la comparativa sobre cual producción eléctrica es más rentable, tanto económica como medio ambiental. Cada una tiene sus pros y sus contras. Lo cierto y verdad es que, cuando se haya culminado el proceso de conversón total en la producción eléctrica en España, miles y miles de hectáreas de terreno de cultivo habrán sido sacrificadas para plantar millones de placas solares y muchos montes tendrán a los molinos como su especie autóctona, además de su efecto negativo que puede producir sobre el poblamiento de los núcleos cercanos al quedar sin su medio de trabajo. En realidad, el despoblamiento en núcleos pequeños existe desde hace décadas y no por las plantas solares, sino por falta de servicios y buenas carreteras. Pasados 25 o 30 años sabremos cuantas montañas de residuos han producido las energías limpias.

          En el término de Mula, en el paraje de la Retamosa cerca de la pedanía de Fuente Librilla, hay instalada una de las plantas solares más grande de Europa, esto generó en su día protestas entre muchos vecinos de la Fuente, otros tan contentos. La planta ocupa una superficie de unas 1.000 ha, casi todas estaban en producción.  Recientemente, el anuncio de la posible construcción de una macroplanta, más grande si cabe, en la pedanía de Yéchar ha disparado las alarmas entre los vecinos, divididos a favor y en contra de la planta. Unos rechazan de plano su instalación, no quieren cambiar el paisaje de su entorno y forma de vida por culpa de este proyecto. Otros ven más rentable plantar placas fotovoltaicas en sus tierras que almendros, albaricoqueros u otros productos agrícolas. La polémica está servida.

           Recientemente, el pleno del Ayuntamiento aprobaba por unanimidad una declaración institucional de rechazo a estos macroproyectos que ocupan grandes extensiones de terreno, y eximir de beneficios fiscales a estas empresas con el fin de evitar que se instalen en Mula. Al parecer, son varios los proyectos que hay en estudio para establecerse en el municipio.

          Sin embargo, el tema requiere una reflexión. Está claro que a nadie nos gusta tener el contenedor de basura en nuestra puerta, pero en algún sitio tiene que estar. Sí nos gusta tener aire acondicionado en verano y enchufar el brasero en invierno, y comernos un buen asado salido del horno. Por supuesto no renunciamos a la cerveza fresca que nos proporciona el frigo. También llevan enchufe la lavadora, lavavajillas, aspiradora, plancha y un sinfín de aparatos domésticos. A estos hay que añadirles la tele, el wifi, el móvil, el video juego y demás parafernalia. Pues bien, todo esto funciona porque en otras partes de España hay centrales térmicas y nucleares (con el peligro que esto conlleva) que han producido y siguen produciendo la electricidad que consumimos todos los españoles, los muleños también. Pero claro, no son lo mismo los dátiles que los «tomátiles».

          En Mula somos expertos en rechazar el asentamiento de grandes y medianas empresas desde el año catapum. El bum industrial de los años sesenta del pasado sigo pasó de largo por Mula, ni arrimarse. Entonces fueron los terratenientes los que se opusieron porque se les podían ir los jornaleros que tenían medio esclavizados. En las dos últimas décadas ya repudiamos en Mula varios proyectos industriales. Recordemos la protesta que se montó en este pueblo para impedir la instalación de una planta de tratamiento de residuos hospitalarios, allá por 1996. En esta ocasión, los interesados corrieron el rumor de que la planta emitía gases cancerígenos. Jamás la Plaza de Ayuntamiento (La Verdad) ha acogido tanta gente, no cogía ni un alfiler, ni la Noche de los Tambores en sus mejores tiempos. Más de lo mismo ocurrió con una planta de tratamiento de residuos urbano, también la mandamos a paseo. Las dos están montadas en otros municipios, y allí van a parar nuestros residuos. Un ejemplo esclarecedor es el Centro Penitenciario, a 200m del término de Mula, pero en Campos del Río, allí se pagan los impuestos y tasas correspondientes. ¿Ocurrirá lo mismo con esta macroplanta? Y es más, una empresa atrae a otra y ésta a otra. El polígono de Mula está falto de ellas, muy falto.

          La Región de Murcia camina a la desertización, según algunos expertos. La escasez de lluvias y los recortes de agua del trasvase son una amenaza latente para estas tierras ardientes tan necesitadas del líquido elemento. El trasvase Tajo-Segura terminará desapareciendo en pocos lustros, sí o sí, y no para que el río Tajo vaya más limpio y ecológico, no, más bien para hundir la agricultura en una región y levantarla en otra. Huelga decir que la Comunidad de Murcia tiene muy poco peso político a nivel nacional, y así nos va.

          Por otra parte, parece que la política agraria de la Unión Europea está diseñada para frenar la producción agrícola en el levante español mientras compran a terceros países. Es frecuente ver como los agricultores españoles destruyen toneladas de productos o los dejan sin recolectar por los bajos precios, mientras grandes buques atracan en los puertos europeos cargados con esos mismos productos. Esto supone la destrucción de muchos jornales, muchos puestos de trabajo. El futuro no augura un gran porvenir para la agricultura regional. Recordemos, por si alguien no lo sabe, que la Región de Murcia era un referente mundial hace unas décadas en la producción de conservas vegetales, hoy es testimonial, Mula es un gran ejemplo de ello. Toda esta producción se ha ido a otros lugares, otros países. Para colmo, la mayor parte de la fabricación de placas solares viene del extranjero.

    

     Partiendo de que a mí tampoco me gustan las macroplantas, pienso que, el rechazo en solitario no es la solución. Mula frente a las macroplantas no nos lleva a ninguna parte. El término de Campos del Río está a tiro de fusil de Yéchar, se puede llevar el proyecto y cambiar el paisaje casi de igual forma. De hecho, la mayor parte del mismo va al municipio de Campos. La solución a esta situación debe salir de un gran acuerdo político nacional o regional. Un pacto entre todas las fuerzas políticas que regulen mediante una ley estos grandes huertos solares para preservar nuestro medio ambiente y evite la guerra entre municipios, pues, esto solo beneficia a las multinacionales con grandes rebajas de impuestos y tasas en perjuicio de las arcas municipales.

          Pero no debemos olvidar que la única materia prima que tenemos, y en abundancia, en estos lares es el sol, se le puede sacar unas «perras». Hay que valorar si compensa, en todos los sentidos, la instalación de estas centrales eléctricas en el municipio. Y por supuesto, las macroplantas fotovoltaicas se van a construir en territorio español sí o sí, el proceso de las energías renovables parece irreversible. Si no en Mula, lo harán en otros municipios. Pero insisto, hace falta una ley que regule el espacio de estos grandes proyectos.

Mula, 5 de junio de 2021

Juan Gutiérrez García

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Las monjas del expolio…

Así titulaba el diario La Opinión de Murcia (10-01-2020) los hechos acontecidos con el traslado de unas ochenta piezas de gran valor histórico artístico, declaradas Bien de Interés Cultural, del Real Monasterio de la Encarnación de Mula, al convento de las claras de Elche en el verano de 2019, hecho tipificado como grave en la Ley del Patrimonio de la Región de Murcia 4/2007. Entre otros bienes: «un Cristo de marfil, varias esculturas del niño Jesús (entre ellas una de Roque López) y cuadros de primer orden como los retratos del rey Felipe V y de la reina María Luisa de Saboya, así como lienzos de temática religiosa. Así, hasta 80 piezas». (La Opinión)

          Según parece, las monjas alegaron a la Dirección General de Bienes Culturales, que el traslado lo hicieron porque el convento se quedaba vacío y temían fuese robado, ya que ellas se integraban en la comunidad monástica ilicitana (en total 19 monjas a día de hoy). Es razonable que las monjas quisieran proteger los objetos que forman parte de su religión y su vida durante tantos años, pero no así. Además, el argumento no es muy consistente, con haber pedido protección al Ayuntamiento o Consejería de Cultura, hubiese sido suficiente y no habrían soliviantado la ley. De hecho, consumado el atropello, el Ayuntamiento se puso en contacto con las monjas ofreciéndoles protección y conservación de ese patrimonio hasta que fuese habitado de nuevo el convento, también corría con los gastos para trasladar de nuevo todas las piezas a Mula, cosa que denegaron rotundamente, se ve que prefieren tenerlas arrumbadas en un almacén, que expuestas en el Museo Ciudad de Mula con todas las garantías. Por tanto, la protección no parece el motivo real de la «mudanza». Cuál es el verdadero motivo: ¿Religioso? No lo parece. ¿Quizá con finalidad pagana? Es posible. ¿Puede ser esto la «dote» por una habitación caliente? Todo cabe. La respuesta la tienen las monjas.

         La página http://www.murciaconfidencial.com/2019/12/todo-el-patrimonio-del-convento-de-las.html publica que: «Todo el patrimonio de arte sacro del convento de Las Clarisas, de Mula (incluida la Santa Espina), trasladado, sorpresivamente y sin previo aviso, al de Elche por orden de su superiora Sor Clara, corre riesgo de rápida y sigilosa desamortización, según coinciden miembros de los Obispados de Orihuela y Cartagena sabedores de que presuntamente mafias sudamericanas lo conectan desde fuera hace ya algunos años, según han llegado a filtrar algunas de las monjas más veteranas a sus familiares. Muchos vecinos de Mula aseguran que hace unos meses vieron camiones en la puerta del convento, y que sospechan que ahí fue donde las monjas fueron cargando obras de arte u órganos que de ningún modo pueden sacar de ahí, porque no es suyo». Esto pone la carne de gallina.

          La verdad es que no se sabe que va a pasar con el patrimonio trasladado irregularmente a Elche. A mediados de enero de este catastrófico año 2020, la Dirección General de Bienes Culturales dio un ultimátum a las monjas para que en un plazo de seis meses restituyesen el patrimonio a su lugar de origen. Este plazo se vio alterado por el estado de alarma decretado por culpa del coronavirus, ampliándose en noventa días. La tregua está a punto de espirar y las monjas no dan señales de viva, ni rastro del patrimonio sacado del convento. Pienso que si tuviesen la intención de devolverlo a su sitio ya lo habrían hecho ya, tiempo han tenido de sobra. Confiamos en que la Dirección General de Bienes Culturales cumpla con su obligación y haga cumplir la ley con todas sus consecuencias. Aunque, para ser sincero, me da que los muleños hemos perdido ese patrimonio para siempre jamás. Esperemos que esa parte de nuestra historia regrese a Mula y no termine desamortizada en el mercado negro. Que dios las perdone si así fuese.        

          Cierto es que el convento de Mula no reúne las comodidades necesarias que se requieren en estos tiempos, lo que se conoce como calidad de vida. Algo que si tienen en el convento de Elche o Hellín, edificios modernos. Tampoco el sacrificio que requiere la vida contemplativa de hoy día es la de antaño, que va, ni mucho menos. Problema añadido era el descenso continuado en el número de monjas de la comunidad que se ha visto reducido por falta de vocación, bajando del límite mínimo exigido (cinco componentes) para que el convento continuase abierto. Número que se vio agravado tras el abandono repentino (en los primeros meses de 2019) de la comunidad y del hábito, de la que fuera abadesa del monasterio hasta ese momento. Según parece, por desavenencias entre la comunidad monástica, ya que unas querían seguir en el convento y otras no. Antes de este desencuentro, la comunidad estaba formada por cuatro monjas, con haber trasladado una de otro convento hubiese sido suficiente para cumplir la normativa exigida. Algo extraño debió ocurrir para que el convento de Mula se dejara caer y echara el cierre, pues, monjas había más que suficientes en los conventos de Elche y Hellín para haber podido trasladar alguna, ya que el convento de Mula forma parte de la misma federación de conventos, que tiene como fin principal trasladar monjas al convento que haga falta para evitar su cierre.

         Sea como fuere, es triste que después de casi tres siglos y medio de convivencia, las monjas se hayan ido del convento por la puerta trasera, como se dice vulgarmente. Convento que fue construido por los muleños, unos aportando sus donativos y otros colaborando con su esfuerzo y sudor poniendo piedra sobre piedra y ladrillo sobre ladrillo. Es más, durante todo este tiempo de vecindad, han ido donando al convento todo ese patrimonio que albergaba y mucho más, también con aportaciones de gente de otros lugares. Sin embargo, el pago recibido por el pueblo de Mula por su generosidad ha sido dejarlo sin su patrimonio interior, y dando gracias que no cuajó la herencia que nos querían dejar. Desgraciadamente, vivimos en una época, en la cual, la pérdida de valores sociales es alarmante, en las monjas no iba a ser diferente. En fin, sería deseable que alguna congregación femenina decidiese instalarse en el convento de Mula otros tres siglos más. Paz y bien.  

Juan Gutiérrez García

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Marcas de cantero en el castillo de Mula

Mula se encuentra en el centro de la Región de Murcia, a 35 km de la capital. Fue una de las grandes villas a lo largo de la Edad Media, tanto en época visigoda como musulmana y cristiana. Su castillo corona la cresta de un cabezo rocoso descomunal, sirviendo de guía para el viajero desde muchos km antes de llegar. A falta de una investigación arqueológica, los datos más antiguos que conocemos de su fortaleza son de principios del siglo X ofrecidos por un erudito musulmán del siglo XIV. Transformado el castillo durante la Baja Edad Media, su fábrica ha pasado de tapial (aún se conservan parte de las murallas de este material), a mampostería, sillarejo y sillar labrado. En 1520 comenzarían las obras de reforma que le dieron el aspecto actual, salvo el coronamiento que se ha venido abajo, una imponente fortaleza renacentista.

          Las marcas de cantería son signos grabados a golpe de mazo sobre el puntero en las piedras labradas que dan forma a las ermitas, iglesias, catedrales, castillos y otros edificios importantes construidos en España y Europa durante la Baja Edad Media y Renacimiento. Muchos siglos después, estas marcas o signos lapidarios se han convertido en un enigma para muchos historiadores, atrapados en la búsqueda del misterio que supuestamente encierran estos grabados pétreos realizados por los maestros canteros. El estudio de todo lo que representan estos símbolos en la piedra se conoce como Gliptografía, una disciplina auxiliar del arte o arquitectura,[1] aunque no deja de ser menos importante para la historia.

          Según parece, el gremio de canteros y constructores gozaban de prestigio y privilegios sobre otras corporaciones del Medievo, de ahí su agrupación en logias masónicas para proteger el arte de la construcción y tallado de la piedra. Estas logias eran cofradías o hermandades herméticas que se reunían en secreto para salvaguardar el oficio dando lugar a mitos y leyendas que aún perduran en el tiempo. Se les presupone la práctica secreta de ritos cristianos y satánicos escritos en clave en los signos lapidarios.

          Los investigadores no se ponen de acuerdo en el significado y simbolismo que se le atribuyen a estos grabados pétreos. Algunos afirman que las marcas indicaban la posición y ensamblado de los bloques para que el albañil los colocase en los muros. Otros sostienen que las marcas representan a la logia o taller al que pertenecía el maestro cantero. También hay quien piensa que tienen un lenguaje mágico y esotérico. La teoría más extendida entre los estudiosos es que las marcas representa la firma del cantero para justificar las piedras labradas y así cobrar los estipendios establecidos que variaban según tamaño y elaboración del bloque. Un sinfín de conjeturas que los investigadores de nuestro tiempo alimentan para mantener vivo el misterio, y a la vez, fascinante mundo de los signos lapidarios.[2]

          Siguiendo estas hipótesis de trabajo, el castillo de Mula forma parte de ese mundo oscuro y legendario por descubrir. En sus piedras talladas podemos encontrar cientos y cientos de marcas grabadas por los canteros que labraron la sillería de su fábrica. Con medios poco avanzados, hasta ciento veinte símbolos diferentes he podido identificar entre sus muros, bóvedas, arcos, matacanes y otros elementos. Hay algunas marcas que se repiten a decenas, tal vez centenares, otras no tanto, incluso algunas tan solo he podido localizarlas en una ocasión, lo que le da un toque de intriga añadido. El tamaño oscila entre los 3 cm de las circulares (A7) a los 8 cm de la cruz de aspas o San Andrés (B4).

          Las hay geométricas, alfabéticas, religiosas, simbólicas y de libre diseño, que encierran más misterio si cabe. Algunas de estas marcas las podemos encontrar en la catedral de Murcia y castillo de Vélez Blanco, además de otros edificios construidos a lo largo de la Edad Media en España. Según investigadores, eran las logias masónicas en sus reuniones ocultas las que adjudicaban el tipo de marca a los canteros que entraban en estas corporaciones reservadas, siendo heredadas por sus descendientes.    

          La primera lectura, y muy importante, que nos ofrecen las marcas de cantería existentes en el castillo de Mula, es la reforma llevada a cabo a partir de 1520 por orden del primer marqués de los Vélez, Pedro Fajardo Chacón, ya que la parte del castillo medieval existente carece de ellas. En esta reforma, se levanta el muro norte de la plaza de armas para hacer la nave, se eleva un cuarto de cuerpo los muros de la plaza de armas, se añade la tercera planta a la torre homenaje y se construye el torreón del aljibe adosado al caballero en su ala este.

          Ahora bien, esta ingente cantidad de signos lapidarios rompe con muchas de las teorías expuestas. Una de ellas es la creencia de que cada marca representa a una cuadrilla de canteros. Teniendo en cuenta que hay, por lo menos, hasta ciento veinte signos diferentes, me da que son demasiadas cuadrillas para un mismo edificio, por lo que pienso que cada cantero tenía su propia marca. Aunque hay que decir que algunas sí parece representar a un equipo, pues es el mismo símbolo con algún añadido, por ejemplo las: A7, D4 Y G6; también las: E6, E7 y E8, y otras.

          Por otro lado, no todas las piedras cinceladas en esta última reforma del primer cuarto del siglo XVI, están grabadas. Las marcas no se encuentran uniformes en todos los bloques, incluso la posición de la misma es indiferente dentro de él. Hay miles de ellos que carecen de signo o se grabaron en los laterales y asientos del sillar, algo difícil de comprender en caso de que así fuese. Otra posibilidad es que muchos bloques fuesen marcados con tiza para no perder el tiempo, ya que algunos trabajaban por piezas, otros a jornal. Tampoco se puede negar que muchas han desaparecido por el deterioro de la piedra, algo que se aprecia fácilmente. Hay zonas de un mismo paño de diez, quince o veinte piezas que no están grabadas y a continuación te encuentras con otro semejante que sí las tiene todas marcadas con diferentes signos, no están homogéneas. Esta situación contradice, en parte, que las marcas se ponían para cobrar las piezas trabajadas. Pienso que los canteros ponían su firma como cualquier artista en su obra, pero sin llegar a la ostentación de marcar todas. Por documentos, sabemos que en la fortaleza de Mula trabajaron afamados maestros canteros vizcaínos. También cabe la posibilidad de que trabajaran canteros muleños que pasaban de firmar piedras. Incluso, es posible que muchos de estos sillares fuesen labrados en sus años de juventud, por Pedro de Antequera, afamado maestro cantero muleño a mediados de este siglo.[3]

          Tampoco se puede afirmar o denegar que algunos símbolos del castillo de Mula encierren algún tipo de enigma secreto que solo los canteros francmasónicos podían descifrar. Hay muchas marcas simples como las alfabéticas, geométricas, numéricas o cruciformes. Pero hay otras grabadas manualmente que tienen un diseño bastante sofisticado, algunas de ellas relacionadas con ritos satánicos, como la estrella pentagonal, según afirman algunos historiadores. Lo cierto es que hay muchas marcas, de un tipo u otro, imposibles de ver a simple vista por su altura, sobre todo en los muros exteriores. Otras son únicas en medio de un paño, algo que intriga más si cabe, ya que es impensable que se contrate a un cantero para que labre un solo sillar.

          En una de las cartas enviadas por el maestro de obras, Luis Fajardo, a su señor el primer marqués de los Vélez informándole del estado de las obras del castillo de Mula dice que: «las pyedras labradas que están asentadas de dentro y de fuera son por número Mcccc pyeças de pyedra labrada (…) tengo cynco pycapedreros y dos asentadores, estos labran cada dya cada uno dos pyedras de las grandes y tres de las pequeñas».[4] En este punto hay que decir que en paños de 30 o 40 m² (exterior del aljibe), podemos encontrar hasta quince o veinte marcas diferentes, lo que me lleva a pensar que hubo muchos más «picapedreros» trabajando a la vez, aunque no sabemos a qué momento de la obra se refiere el maestro alarife.

Por supuesto no cundía lo mismo labrar dovelas, molduras o troneras, que simples sillares de muros. O los pesados merlones (hoy desaparecidos) de las almenas que coronaban la fortaleza de 100×100 cm y 27 cm de grosor, con sus cantos biselados menos el del asiento y una tronera central de 20 cm abocinada por ambas caras. En la confección de estas piezas lo más probable es que el cantero trabajase a jornal: «los ofycyales el dya que falta de no conplyr en pagalles cada mes luego se quieren despedyr». Dependiendo de su ubicación, los sillares eran labrados en todas o parte de sus caras. Las colocadas en gruesos muros, tan solo es cincelada la cara vista, mientras que las de asiento y laterales eran trabajadas hasta la mitad, tanto en el exterior como en el interior del paño. Después el muro era rellenado de ripio y argamasa, algunos de estos muros del castillo de Mula tiene más de cuatro metros de espesor. Las dimensiones de estos bloques varían mucho, los hay de 20×20 cm hasta de 120×40 cm.

          Otro detalle interesante de algunas marcas del castillo de Mula es el calco de las mismas. Es decir, un determinado símbolo es casi idéntico en tamaño y forma en todos los sillares que ha sido grabado, lo que demuestra la depurada técnica del maestro cantero en el grabado de su símbolo. Esta destreza te lleva a pensar que pudieran utilizar un troquel o hierro acerado y afilado para imprimir más rápido su firma, parecido al del ganado; o tal vez empleaban algún tipo de plantilla. Éste es otro de los detalles que requieren una investigación más profunda.

          Llama la atención un símbolo de la cruz, un tanto extraño, existente en el zaguán de la puerta principal, ya que éste no fue tallado por los canteros que trabajaron en la construcción del baluarte. Se trata de un palo horizontal imitando la cruz latina en el calvario y el transversal semejante a la cruz patada, la de los templarios. No sabemos si el autor, que pudo ser el portero del castillo, algún vecino o viajero, quiso dejar su sello de visita o lanzar un mensaje oculto. Debajo puso la fecha de su obra, 1832, eso parece, aunque por su mal estado tengo dudas si no pone 1532.

          Por si fuese poco el misterio, el único edificio de Mula que tiene marcas de cantero en sus piedras labradas es la iglesia de San Miguel del siglo XVI-XVIII y, además, semejantes a las del castillo. Casualidad o no, este templo alberga la única cripta de enterramiento de los marqueses de los Vélez que hay en el antiguo Reino de Murcia, salvo la de la catedral. En la portada de la iglesia de la Encarnación, del siglo XVIII, encontramos una serie de marcas que claramente indican que son de colocación, ya que llevan la letra Y de izquierda y D de derecha y van enumeradas del uno al seis.

          Por desgracia, no podemos buscar comparativa en otros edificios de la misma época en Mula. La torre de defensa conocida como Ermita Vieja en la pedanía de la Puebla construida en el siglo XV, carece de ellas, si bien es verdad que muchos de sus sillares fueron reutilizados de otras construcciones romanas. Tampoco las portadas de las iglesias de Santo Domingo y Purísima del siglo XVI tienen marcas; ni tan siquiera la torre campanario de la ermita de los Olmos, hoy iglesia de la Encarnación, fechada en el siglo XIV y restaurada en el XVI. En el resto de la Región de Murcia encontramos el mismo problema, ya que no son muchas las edificaciones que quedan de estos siglos y menos las marcas en ellas.

          En definitiva, los signos lapidarios del castillo de Mula están a la espera de una investigación profunda con técnicas avanzadas que revele los posibles misterios que encierra su simbología. Marcas secretas con un lenguaje escrito para ser descifrado por las logias masónicas de siglos pasados. Descifrar su enigma tal vez ayude a ahuyentar los fantasmas que rondan la fortaleza y dar descanso al alma errante del primer marqués de los Vélez.

 Juan Gutiérrez García.


[1] José Antonio Martínez Prades: «La Gliptografía en la Arquitectura Medieval. Visión General y Estudios en España».- En: Revista Chilena de Estudios Medievales. Número 3, enero-junio 2013, 57-88.

[2] Sobre este tema, imprescindible visitar la web https://signoslapidarios.com/

[3] Francisco Javier Delicado Martínez: «Arquitectura civil renacentista en Jumilla: la antigua casa del concejo».- En: Ars Longa, 12, 2003, pp. 43-47.

[4] Edward Cooper: Castillos señoriales en la Corona de Castilla. Junta de Castilla y León 1991, vol.I,1, p. 323.

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Un siglo de la demolición de la última puerta de la villa de Mula

          Aunque la falta de documentación es un serio obstáculo, a poco que se haga un esfuerzo de investigación, casi todos los días del año serían motivo de efemérides por la demolición de algún monumento histórico cultural en la Región de Murcia. Un territorio fuertemente castigado por la piqueta de la ignorancia y la codicia humana.

          Hace un siglo, a principios de mayo de 1920, era alevosamente demolido el arco de sillería de la conocida como «Puerta de Murcia», situado entre las calles Blaya y Nueva (recreación). El último arco que quedaba en pie de la antigua cerca que protegía la villa de Mula de las continuas epidemias de peste, fiebre amarilla o cólera. También eran utilizadas estas puertas para cobrar impuestos a la mercancía que entraba y salía de la villa.Recreación arco calle Nueva - copia
Los hechos ocurrieron como siguen. Ante la falta de piedra labrada en las obras de remodelación que se estaban llevando a cabo en la Glorieta, el maestro alarife encargado de las mismas, ni corto ni perezoso, dio orden a los albañiles de dicha obra que derribasen el arco de piedra que había por la calle Blaya para emplear sus sillares en la construcción de los zócalos de la Glorieta (algo a tener en cuenta en una posible reforma). Ante el revuelo producido en el pueblo por la demolición del histórico arco, el alarife paró el desescombro justificando su lamentable acción alegando que había oído al alcalde decir en varias ocasiones que debería derribarse por estar ruinoso y ser un estorbo.

          Como no podía ser de otra manera, este atropello histórico monumental, no tardó en llegar a oídos del primer regidor de la villa. El 11 de mayo de 1920, el tema era tratado en sesión plenaria presidida por el alcalde, José Meseguer Sánchez, quien informa a los señores concejales sobre los hechos acontecidos recientemente con el legendario arco, añadiendo que no se le había consultado tal acción aunque la hubiese aprobado. Abierto el debate de rigor, tomó la palabra Antonio López del Toro quién: «lamenta y protesta que se proceda a la demolición de un arco que, aun cuando tosco, significa y recuerda la historia de esta población, por donde entraron los guerreros españoles que reconquistaron la ciudad del poder musulmán». Tras este alegato, tomaron la palabra el alcalde y varios concejales los cuales manifestaron que también hubiese sido deseo de los mismos, conservar ese recuerdo de la historia de esta población, pero todos convinieron en que el referido arco estaba en estado ruinoso y dificultaba el tránsito de carruajes en la referida calle, habiendo la necesidad de derribarlo. La propuesta de eliminarlo fue aprobada por la mayoría del pleno con el voto en contra del referido López del Toro.

          Como era previsible, ante una decisión tan lamentable que atentaba contra el patrimonio histórico de Mula, la prensa local de la época se hace eco de la resolución tomada por el consistorio. El noticiero La Semana, azote de los mandatarios concejiles, no perdió la ocasión para criticar duramente lo ocurrido. En su tirada del 15 de mayo, entra a saco sobre el pleno del Ayuntamiento celebrado el 11 de mayo de 1920, centrándose en el asunto del derribo del arco. Según nos dice la crónica, después de las palabras del presidente relatando lo ocurrido: «Lo inesperado del caso produce enorme sensación en parte de los señores Concejales y por unos minutos queda en silencio la sala, reflejándose en muchos rostros la tristeza que ha producido este atentado contra la historia de nuestro pueblo y la falta de respeto a la Corporación Municipal. El Sr. Meseguer se da cuenta de la situación y dice que si los señores Concejales quieren, él de su bolsillo particular hará levantar de nuevo el arco y no hay nada perdido. (¡Cuánta esplendidez!)». A continuación, Artero Perea, del partido Ciervista, percatado del malestar de sus compañeros de partido, toma la palabra y pide a estos que no se adhieran a la protesta del Sr. López. Ante esta postura, no pudo reprimirse el cronista llamando cacique al Sr. Artero.

           No quedó aquí zanjado el asunto, ni mucho menos. En el número siguiente del 22 de mayo, en la columna Chispazos atiza sin miramientos al Sr. alcalde: «Para colocar unos adoquines que hacían falta en la glorieta, derriban el histórico arco que había a la entrada de la Calle Nueva creyendo con eso hacer prodigios de economía. ¡Qué ignorancia! ¿No hubiese resultado más económico y más positivo aprovechar los «adoquines» que existen en algunos partidos políticos? ¡Sr. Alcalde… Sr. Alcalde!». Todavía hubo más críticas al Sr. Meseguer en el siguiente número de La Semana, pero ya va apañado.

          Parecía liquidado el tema del derribo del arco, pero, he aquí que, otro rotativo que estaba en liza por aquellas fechas, retoma el asunto dos meses después. El 31 de julio, El Faro de la Juventud, bajo el título El arco de la calle Nueva, daba duro a los responsables del consistorio, sobre todo al alcalde Meseguer y concejal Artero, por semejante barbarie: «La piqueta, impulsada por alevoso draconismo, ha derruido la histórica puerta de la antigua villa de Salonac (hoy nuestro pueblo)». Así comenzaba el artículo el cual sigue con otras lindezas hacia los responsables de este atentado monumental. Y como dice el artículo: «destrucción que sellará a los mandarines muleños de incultos ante los ojos de la historia y del mundo no incivil». He aquí el certificado incívico. Así fue como quedó reducida a escombros parte de nuestra historia monumental, como tantas y tantas otras edificaciones.

          No voy a decir que el referido arco fuese de la Edad Media como se decía en la época de su derribo, pues, las puertas de la villa por entonces estaban empotradas en la muralla hasta la caída del Reino de Granada. Tampoco se puede descartar que fuese del siglo XVI o XVII, ya que el perímetro de la cerca iba ampliándose según avanzaba la expansión de las viviendas con el crecimiento poblacional a lo largo de los siglos. Casi con toda seguridad, los arcos de sillería de las puertas eran desmontados y trasladados a su nueva ubicación. Sí se puede asegurar que, en 1804 ese arco estaba en pie. Pues, con motivo de la epidemia de fiebre amarilla que azotaba Cartagena y se acercaba peligrosamente a Mula, por informe de la Junta de Sanidad, el concejo acuerda las medidas profilácticas de costumbre y librar varias partidas de dinero para tapiar portillos, reparar la cerca y comprar puertas para cerrar el pueblo con el fin de impedir la entrada de forasteros para evitar el contagio. Con estas medidas se evitó que la epidemia de fiebre amarilla entrara en la villa este año, aunque no se pudo evitar que siete años más tarde, esta misma plaga dejara bajo tierra alrededor de 560 almas en Mula.

Mula, 9 de mayo de 2020
Juan Gutiérrez García

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V CENTENARIO DEL CASTILLO DE MULA

          Este año se cumple el V Centenario del Castillo de Mula. Con carta fechada en Cuevas de Almanzora el 5 de mayo de 1520, el primer Marqués de los Vélez ordenaba a Luis Fajardo, alcaide de la fortaleza y maestro alarife, activar las obras de reforma del castillo dándole la configuración actual. Pero no solo se cumplen 500 años de las obras del castillo, también del levantamiento anti-señorial del pueblo contra la tiranía de Pedro Fajardo Chacón aprovechando la Rebelión Comunera en Castilla. El 1 de julio de este año, en un altar improvisado en la Puerta de Yéchar (Placeta Puntarrón), los muleños hacen jurar al marqués respetar sus costumbres y privilegios a cambio de entregarle el control del castillo y reconocerle como señor de la villa. Esta sublevación marcó las relaciones, ya malas de por sí, entre el marqués y la oligarquía muleña con un sinfín de largos y penosos pleitos hasta el remate de los señoríos en el siglo XIX. Hoy día, la Plataforma Ciudadana Mula por su Castillo mantiene ese espíritu rebelde de sus antepasados contra el «poder señorial» para recuperar la propiedad de la fortaleza que nunca debió ser enajenada de la villa de Mula.

Antecedentes históricos
Desde muchos siglos atrás, Mula fue una de las plazas fuertes dentro de la Kora de Tudmir, después Reino de Murcia. En el año 713 aparece en el documento árabe más antiguo de España conocido como Pacto de Tudmir firmado por el conde visigodo Teodomiro y el jefe árabe Abd al-Azīz. En este tratado, el hijo de Musa Ibn Nusair se compromete a respetar la vida de los cristianos, sus familias, religión y posesiones a cambio de que estos paguen ciertos tributos y le entreguen el mando de las siete ciudades más importantes de su condado: Uryula [Orihuela], Mūla [Mula], Lūrqa [Lorca], Lqant [Alicante] y tres más de dudosa ubicación.

Reconstrucción de las murallas 2

Reconstrucción virtual de las murallas

Pero no tenemos noticias del Castillo de Mula hasta principios del siglo X, cuando fue entrado por Lub ben Muhammad, según nos dice una crónica árabe del siglo XIV. Un siglo después volvemos a tener noticias del Castillo de Mula cuando en 1078 Ibn Ammar, ministro del emir de la taifa de Sevilla al-Mutamid, tiene cercada la ciudad de Murcia. Ante la dificultad de conquistarla por la ayuda y suministro de vitualla que le proporcionaba Mula, las tropas del emir sevillano al mando del caudillo Ibn Rasiq toman la plaza muleña en la cual quedaría como alcaide de su castillo tras la conquista de Murcia.

A mediados del siglo XIII, Mula es reconquistada por las tropas cristianas al mando del Infante D. Alfonso de Castilla. Dice la Primera Crónica General que «Mula es villa de grant fortaleza et bien çercada, et el castiello della es commo alcaçar alto et fuerte et bien torrado». Tras largos meses de asedio, en el amanecer del 23 de mayo de 1244, el infante mandaba tomar la villa a sangre y fuego tras negarse el arráez de Mula, al-Bohacen Belcli, a rendirse diciendo a los mensajeros que «ganarían la villa cuando la mula pariese». Fue repoblada por ochenta hidalgos venidos entre sus tropas.

A finales del siglo XIII, el castillo de Mula libraba la batalla más memorable de su historia tras la invasión del Reino de Murcia por el rey de Aragón en 1296. El 28 de mayo de este año, Jaime II ponía cerco sobre Mula, tras negociar con el alcaide, este rinde la plaza y le reconoce como soberano tres días después. Pero esta alianza no duraría mucho tiempo, los muleños leales a Castilla no reconocerían la soberanía de Aragón y se sublevan en marzo de 1298. Seis años después, Mula era la única villa del Reino de Murcia que seguía resistiendo heroicamente el largo y penoso asedio sometido por las tropas aragonesas. Finalmente, en abril de 1304 consiguen derribar la puerta de levante y conquistar esa parte de la villa pero no consiguen avanzar. Unos días después de este asalto los reyes de Castilla y Aragón acuerdan la paz repartiéndose el Reino de Murcia en el tratado de Torrellas firmado meses después. Herido en su orgullo por no poder conquistar Mula, el ejército aragonés prende fuego a esa parte de la población en su retirada. Sin duda, la resistencia numantina de los muleños propició la vuelta del Reino de Murcia a la Corona de Castilla.

Todas estas hazañas no las tuvo en cuenta el rey Juan II cuando enajenó la villa de Mula de la Corona de Castilla el 12 de septiembre de 1430, para entregársela en señorío al Adelantado del Reino de Murcia, Alonso Yáñez Fajardo II. A partir de aquí, los enfrentamientos armados por el control del poder entre el concejo y el señor nos dejarían las rebeliones de 1452-57 y 1520. Más tarde vendrían los incesante pleitos a lo largo del tiempo, incluso más allá de la extinción de esta estirpe con la muerte sin sucesión del XI marqués de los Vélez al final del siglo XVIII.

La fortaleza
El Castillo de Mula corona la cresta de un cabezo rocoso descomunal que protege la villa de los vientos del norte. De planta irregular, la fortaleza consta de tres cuerpos construidos en sillería en su mayor parte: plaza de armas, torre de homenaje y torre del aljibe. De época musulmana, se conserva al mediodía algunos torreones y lienzos de la antigua muralla que protegía la población y una cerca o contramuralla conocida como albacar. Al norte sigue en pie parte de las murallas de la antigua alcazaba levantada en tapial con distinto aparejo, según la época, formando parte de la actual fortaleza a modo de patio de armas. Desde el adarve de estas murallas se accede al interior de baluarte por medio de un puente levadizo.

Con el paso del tiempo, el primitivo alcázar musulmán de tapial fue transformado en un castillo cristiano de piedra con las reparaciones que se iban haciendo al ser Mula tierra de fronteras con Granada. La estructura actual y definitiva se llevó a cabo en 1520-27 de la mano del primer marqués de los Vélez. Su fábrica pétrea de recios muros ha permitido que su estructura renacentista de corte medieval llegue casi integra hasta nuestros días.

Patio interior y nave de los veladores (3) a

Nave de los veladores

Esta reforma se distingue claramente por la diferencia en la técnica del tracista en arcos y bóvedas y por las marcas de cantero en los sillares labrados en este periodo que determinan la obra llevada a cabo por orden del marqués. Así lo recoge la inscripción que mandó poner el Adelantado en el dintel de la puerta de acceso al homenaje. «El Marqués Pedro Faxardo Primero, erigió esta Torre y marcial castillo, edificado en otro tiempo por Antonino Pío Augusto, y le reedificó de fundamento, imperando Carlos Cesar Rey de las Españas su Señor». Algunos piensan que el marqués hizo poner esta lápida aludiendo al Imperio Romano para salvar la prohibición que había de levantar nuevos castillos. En realidad, esta prohibición venía de Juan II un siglo antes y en ese periodo se construyeron más de 500 castillos. Es más, en el siglo XVI se levantan o reconstruyen más de 100 castillos y apenas si son derrocados una decena. De hecho, una década antes el marqués construye los castillos de Vélez Blanco y Cuevas de Almanzora sin poner ninguna lápida semejante. La tradición dice que el marqués hizo construir la fortaleza para someter a sus vasallos. Los castillos eran símbolos de poderío y un noble sin castillos era menos poderoso en la Corte.

En esta reconstrucción, primero se derriba el muro norte de la plaza de armas, la torre de la veleta y parte de la torre puntada del ala oeste para construir la gran nave de los veladores con gruesa bóveda de cañón para resistir el peso de la artillería colocada en su azotea. También se ciega el viejo aljibe adosado al muro oeste del homenaje. Para ello, se levanta de nuevo el muro norte reforzado para el arranque de la bóveda. Así mismo, se construye la nueva torre de la veleta para ubicar la escalera de acceso a la azotea. Tanto la torre como el muro son sobre elevados para hacer el paseo de ronda con tribuna que protege de la lluvia la claraboya de la escalera. Al fondo de la nave se halla la sala de mando y bajo esta se encuentra la mazmorra a la cual se accede por una escotilla situada justo en el vano de la puerta que nos introduce en el zaguán de la torre de la veleta.

El acceso al homenaje se hace desde la plaza de armas por medio de un puente levadizo sobre el patio interior. La torre de homenaje del siglo XV es elevada una planta más para aposentos del señor o alcaide de la fortaleza. Esta sala es conocida como la de la reja por tener una en su ventanal mirador con bancos laterales labrados con la sillería de muro. Al igual que la nave, la bóveda es de cañón. Los parapetos de la azotea están poblados de troneras para cañón y sus adarves coronados de almenas sobre matacanes volados; con una tronera circular en sus merlones. La planta intermedia es conocida como la del archivo y en la baja se encuentra la poterna de escape. Estas dos plantas son de bóvedas rebajadas apoyadas sobre ménsulas corridas. Finalmente se levanta la torre del aljibe adosada al muro este del homenaje, la cual serviría de almacén y poterna de escape en caso de asedio. Cuenta con dos plantas más el aljibe. Es la única torre con cubierta de piedra. Cinco siglos después de esta reforma, la fortaleza está pidiendo a gritos una restauración urgente por la dignidad de la villa de Mula.

Publicado en el Semanario El Noroeste: https://elnoroestedigital.com/v-centenario-del-castillo-de-mula/

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Ultimátum a las monjas clarisas de Mula

          Ya han pasado dos meses desde que la Dirección General de Bienes Culturales diera un ultimátum a las monjas clarisas de Mula para que restituyan el patrimonio sacado del convento y trasladado irregularmente al convento de las clarisas de Elche, y de momento nada de nada, se pasan por el forro el ultimátum. Recordemos que este patrimonio cultural está declarado BIC y se compone de unas ochenta piezas de gran valor artístico e histórico, entre ellas, un Cristo de marfil, un niño Jesús de Roque López, un retrato de Felipe V, el relicario original de la Santa Espina y otras obras. Todo esto fue sacado del convento muleño el pasado verano sin comunicar nada a dicha Dirección General, por lo que supone una infracción grave según recoge la Ley del Patrimonio de la Región de Murcia 4/2007.

las monjas 15-03-08 (9)

          Parece ser que, que a principios de 2019, la hasta entonces abadesa del convento decidió colgar el hábito y trasladarse a su localidad de origen. Si ya de por si la comunidad de las clarisas lo estaba pasando mal por falta de vocación contemplativa, esta decisión terminó por romper definitivamente con la vida conventual en Mula, ya que no había número suficiente para mantener tan magno edificio. La decisión de trasladarse a Elche no es ni mucho menos censurable, es lógico que tomasen esta salida para vivir más dignamente en comunidad. No es esto lo que el pueblo de Mula reprocha a las monjas, no, es la decisión de trasladar el patrimonio fuera de Mula privando a los muleños de una parte importante de su historia. Según manifestaron las monjas, lo hicieron por seguridad al quedar el convento vacío. Ni que decir tiene, que si lo hubiesen puesto en conocimiento del Ayuntamiento en su momento, las piezas estarían a buen recaudo en el museo de la ciudad y disponibles para la comunidad clarisa en caso de reabrir el convento. Pero no, no contaron con la ayuda de su pueblo y prefirieron llevarse el patrimonio de valor a su nuevo destino lejos de Mula.

La Santa Espina, Mula B

La Santa Espina, Mula

          Lo cierto y verdad es que ese patrimonio ha volado de la Región de Murcia a la Comunidad Valenciana. Que se ha privado a los muleños, y murcianos en general, de un patrimonio generado en Mula durante siglos para beneficiar a otra localidad que nada tiene que ver con la historia del Real Monasterio de la Encarnación de Mula. Serán otros los que disfruten y presuman de un patrimonio acogido y originado durante siglos en este pueblo. De un patrimonio donado a la comunidad de monjas del convento de Mula, no al Elche. Triste final a 340 años de acogida y convivencia. De donaciones y donativos. Triste final el de «Las monjas del expolio de Mula…» titulaba el diario La Opinión de Murcia el 10 de enero de 2020.

          Y ahora qué. ¿Qué va a pasar con ese patrimonio? ¿Se quedará en un almacén del nuevo convento? ¿Irá a parar a un museo de Elche? ¿Terminará en el mercado negro de arte?(1) ¿Y el archivo? ¿Dónde irán a parar los documentoIMG_20200216_131934 bs del siglo XVIII que hablan de la Santa Espina? Quién sabe qué es lo que pasará con todo ese patrimonio. Me temo, y estoy tristemente convencido, que no volverá a Mula. Que ese patrimonio lo hemos perdido para siempre jamás en este pueblo de Mula que tanto «querían» las monjas.

          También cabe preguntarse qué pasará con el edificio que está pidiendo a gritos la reparación de las cubiertas. O del resto de mobiliario y otros objetos que aún queda en el convento, ¿se lo llevarán?, ¿lo venderán?, ¿se arruinará? De momento dos hombres de origen sudamericano viven en él custodiando lo que queda por orden de las monjas. Esperaremos acontecimientos.

(1): «ALICANTE/MULA.- Todo el patrimonio de arte sacro del convento de Las Clarisas, de Mula (incluida la Santa Espina), trasladado, sorpresivamente y sin previo aviso, al de Elche por orden de su superiora Sor Clara, corre riesgo de rápida y sigilosa desamortización, según coinciden miembros de los Obispados de Orihuela y Cartagena sabedores de que presuntamente mafias sudamericanas lo conectan desde fuera hace ya algunos años, según han llegado a filtrar algunas de las monjas más veteranas a sus familiares. Muchos vecinos de Mula aseguran que hace unos meses vieron camiones en la puerta del convento, y que sospechan que ahí fue donde las monjas fueron cargando obras de arte u órganos que de ningún modo pueden sacar de ahí, porque no es suyo».

http://www.murciaconfidencial.com/2019/12/todo-el-patrimonio-del-convento-de-las.html

 

 

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El convento de Mula busca monjas

          Tras más de 340 años en Mula, la congregación de Hermanas Clarisas del Real Monasterio de la Encarnación, abandona el convento este próximo mes de enero de 2020. Una decisión que se ha dejado sentir en gran parte del pueblo. la falta de vocación que viene padeciendo la vida contemplativa en general, ha sido el caballo de batalla en estos últimos años que finalmente han dado con el cierre del convento. Tristemente, las monjas no se han ido con la lealtad que merece el pueblo de Mula después de más de tres siglo de acogimiento. Al parecer, se han llevado el patrimonio que había en su interior y que puede estar protegido por la Ley del Patrimonio Histórico de la Región de Murcia 4/2007. ¿Expolio?

https://www.laopiniondemurcia.es/municipios/2019/12/20/expolio-monjas-mula/1077645.html

https://alicanteconfidencial.blogspot.com/2019/12/todo-el-patrimonio-del-convento-de-las.html

         Una congregación laica, los Heraldos del Evangelio de reciente creación, quieren instalarse en él. Aunque parece que cuentan con el visto bueno del Obispado, la decisión final no sabemos si está tomada. Sin embargo, el pueblo se está manifestando en contra de esta congregación por las graves acusaciones aparecidas en la prensa sobre los Heraldos del Evangelio, que tienen en pie de guerra a los muleños en las redes.

El Vaticano investiga a los Heraldos del Evangelio por presuntos abusos sexuales a menores

Los Heraldos del Evangelio podrían ser intervenidos

Los Heraldos del Evangelio, ‘comisariados’

https://www.abc.es/sociedad/abci-papa-interviene-heraldos-evangelio-tras-investigaciones-sobre-abusos-poder-201909290154_noticia.html

          El convento fue construido en 1680 en el lugar que ocupaba la ermita de los Olmos, con el esfuerzo y donativos del pueblo de Mula. Con el paso del tiempo, limosnas, obras de arte, joyas, reliquias, muebles y otros enseres fueron donados al convento para hacer la vida más llevadera a las monjas que vivían en clausura. En tiempos pasados la comunidad habitual era de 20 a 22 monjas. Cuenta con una superficie superior a los dos mil metros cuadrados, una amplia iglesia adosada, hospedería para peregrinos y otras dependencia. Custodia una Santa Espina de Cristo y dos cofradías tienen su sede en dicha monasterio y forma parte de las grandes tradiciones religiosas de Mula.

          Si los Heraldos no llegaran a instalarse, el convento podría ser de nuevo habitado por una congregación, a ser posible, por alguna orden de religiosas o religiosos que libremente quieran vivir su vida contemplativa dedicada a la fe de Cristo. El pueblo de Mula quiere que, venga quien venga, que venga limpio de pecados y cuide el monasterio, su patrimonio y tradiciones.

Real Monasterio de la Encarnación, Mula

Real Monasterio de la Encarnación, Mula

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