Las monjas del expolio…

Así titulaba el diario La Opinión de Murcia (10-01-2020) los hechos acontecidos con el traslado de unas ochenta piezas de gran valor histórico artístico, declaradas Bien de Interés Cultural, del Real Monasterio de la Encarnación de Mula, al convento de las claras de Elche en el verano de 2019, hecho tipificado como grave en la Ley del Patrimonio de la Región de Murcia 4/2007. Entre otros bienes: «un Cristo de marfil, varias esculturas del niño Jesús (entre ellas una de Roque López) y cuadros de primer orden como los retratos del rey Felipe V y de la reina María Luisa de Saboya, así como lienzos de temática religiosa. Así, hasta 80 piezas». (La Opinión)

          Según parece, las monjas alegaron a la Dirección General de Bienes Culturales, que el traslado lo hicieron porque el convento se quedaba vacío y temían fuese robado, ya que ellas se integraban en la comunidad monástica ilicitana (en total 19 monjas a día de hoy). Es razonable que las monjas quisieran proteger los objetos que forman parte de su religión y su vida durante tantos años, pero no así. Además, el argumento no es muy consistente, con haber pedido protección al Ayuntamiento o Consejería de Cultura, hubiese sido suficiente y no habrían soliviantado la ley. De hecho, consumado el atropello, el Ayuntamiento se puso en contacto con las monjas ofreciéndoles protección y conservación de ese patrimonio hasta que fuese habitado de nuevo el convento, también corría con los gastos para trasladar de nuevo todas las piezas a Mula, cosa que denegaron rotundamente, se ve que prefieren tenerlas arrumbadas en un almacén, que expuestas en el Museo Ciudad de Mula con todas las garantías. Por tanto, la protección no parece el motivo real de la «mudanza». Cuál es el verdadero motivo: ¿Religioso? No lo parece. ¿Quizá con finalidad pagana? Es posible. ¿Puede ser esto la «dote» por una habitación caliente? Todo cabe. La respuesta la tienen las monjas.

         La página http://www.murciaconfidencial.com/2019/12/todo-el-patrimonio-del-convento-de-las.html publica que: «Todo el patrimonio de arte sacro del convento de Las Clarisas, de Mula (incluida la Santa Espina), trasladado, sorpresivamente y sin previo aviso, al de Elche por orden de su superiora Sor Clara, corre riesgo de rápida y sigilosa desamortización, según coinciden miembros de los Obispados de Orihuela y Cartagena sabedores de que presuntamente mafias sudamericanas lo conectan desde fuera hace ya algunos años, según han llegado a filtrar algunas de las monjas más veteranas a sus familiares. Muchos vecinos de Mula aseguran que hace unos meses vieron camiones en la puerta del convento, y que sospechan que ahí fue donde las monjas fueron cargando obras de arte u órganos que de ningún modo pueden sacar de ahí, porque no es suyo». Esto pone la carne de gallina.

          La verdad es que no se sabe que va a pasar con el patrimonio trasladado irregularmente a Elche. A mediados de enero de este catastrófico año 2020, la Dirección General de Bienes Culturales dio un ultimátum a las monjas para que en un plazo de seis meses restituyesen el patrimonio a su lugar de origen. Este plazo se vio alterado por el estado de alarma decretado por culpa del coronavirus, ampliándose en noventa días. La tregua está a punto de espirar y las monjas no dan señales de viva, ni rastro del patrimonio sacado del convento. Pienso que si tuviesen la intención de devolverlo a su sitio ya lo habrían hecho ya, tiempo han tenido de sobra. Confiamos en que la Dirección General de Bienes Culturales cumpla con su obligación y haga cumplir la ley con todas sus consecuencias. Aunque, para ser sincero, me da que los muleños hemos perdido ese patrimonio para siempre jamás. Esperemos que esa parte de nuestra historia regrese a Mula y no termine desamortizada en el mercado negro. Que dios las perdone si así fuese.        

          Cierto es que el convento de Mula no reúne las comodidades necesarias que se requieren en estos tiempos, lo que se conoce como calidad de vida. Algo que si tienen en el convento de Elche o Hellín, edificios modernos. Tampoco el sacrificio que requiere la vida contemplativa de hoy día es la de antaño, que va, ni mucho menos. Problema añadido era el descenso continuado en el número de monjas de la comunidad que se ha visto reducido por falta de vocación, bajando del límite mínimo exigido (cinco componentes) para que el convento continuase abierto. Número que se vio agravado tras el abandono repentino (en los primeros meses de 2019) de la comunidad y del hábito, de la que fuera abadesa del monasterio hasta ese momento. Según parece, por desavenencias entre la comunidad monástica, ya que unas querían seguir en el convento y otras no. Antes de este desencuentro, la comunidad estaba formada por cuatro monjas, con haber trasladado una de otro convento hubiese sido suficiente para cumplir la normativa exigida. Algo extraño debió ocurrir para que el convento de Mula se dejara caer y echara el cierre, pues, monjas había más que suficientes en los conventos de Elche y Hellín para haber podido trasladar alguna, ya que el convento de Mula forma parte de la misma federación de conventos, que tiene como fin principal trasladar monjas al convento que haga falta para evitar su cierre.

         Sea como fuere, es triste que después de casi tres siglos y medio de convivencia, las monjas se hayan ido del convento por la puerta trasera, como se dice vulgarmente. Convento que fue construido por los muleños, unos aportando sus donativos y otros colaborando con su esfuerzo y sudor poniendo piedra sobre piedra y ladrillo sobre ladrillo. Es más, durante todo este tiempo de vecindad, han ido donando al convento todo ese patrimonio que albergaba y mucho más, también con aportaciones de gente de otros lugares. Sin embargo, el pago recibido por el pueblo de Mula por su generosidad ha sido dejarlo sin su patrimonio interior, y dando gracias que no cuajó la herencia que nos querían dejar. Desgraciadamente, vivimos en una época, en la cual, la pérdida de valores sociales es alarmante, en las monjas no iba a ser diferente. En fin, sería deseable que alguna congregación femenina decidiese instalarse en el convento de Mula otros tres siglos más. Paz y bien.  

Juan Gutiérrez García

Esta entrada fue publicada en Ciudad de Mula y etiquetada , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario