El crismón del sarcófago hispano-visigodo de la villa romana de Los Villaricos, Mula

Portada del yacimiento romano de Los Villaricos, Mula

En esta campaña de excavaciones —verano 2021— llevada a cabo en una de las necrópolis de la villa romana de Los Villaricos en Mula, ha salido a la luz un sarcófago pétreo en buen estado de conservación de época hispano-visigoda fechado en el siglo VI-VII. El espectacular hallazgo tuvo lugar el pasado 13 de julio por el equipo de trabajo liderado por el profesor de la Universidad de Murcia Rafael González Fernández, catedrático de Historia Antigua, Francisco Fernández Matallana, arqueólogo profesional, José Antonio Zapata Parra, arqueólogo municipal de Mula y José Javier Martínez García, investigador contratado del CEPOAT de la Universidad de Murcia, además de un grupo voluntario de estudiantes de arqueología de la universidad. Los trabajos están financiados por el Ayuntamiento de Mula, la Fundación Cajamurcia y apoyados por el CEPOAT y la propia UMU.

El sarcófago mide aproximadamente 200 cm de largo, 60 cm de ancho, por 70 cm de alto. En su interior se encuentran restos humanos sin ningún tipo de ajuar funerario. La caja del sarcófago apenas si tiene ornamentación, tan solo el relieve de una corona esculpida en su cabecera que sube desde la parte inferior hasta unirla con la tapa de dos aguas. Esta tiene grabados geométricos de entrelazado infinito combinados con hojas de hiedra en ambas vertientes. Destaca una imagen tallada, también en relieve, en el frontal de la cabecera de la tapa muy bien conservada y enmarcada dentro de la mencionada corona de la caja. La imagen en cuestión es un monograma de Cristo (cristograma*): un crismón.

Sarcófago visigodo del siglo VI-VII

La importancia de este nuevo hallazgo en Los Villaricos convierte al crismón en otro icono más para la rica historia de Mula. Este cristograma es un símbolo paleocristiano que representaba en clave secreta a Cristo durante los siglos en los que los cristianos eran perseguidos a muerte por el Imperio Romano. Está documentado que el crismón forma parte de la iconografía pintada en las catacumbas (cementerios) cristianas de Roma como ritos funerarios a partir del siglo II-III.

Según cuenta la leyenda romana de la época, cuando el emperador de oriente Constantino I el Grande marchaba al campo de batalla contra el emperador de occidente Majencio, tuvo la visión de una cruz en el cielo junto al sol. Por la noche, en sueños volvió a tener la misma visión con el mensaje en griego: con este signo vencerás. El signo era un crismón formado por las letras griegas X y P. Al día siguiente, antes de la batalla dio orden de pintar el crismón en el estandarte y escudos de los soldados. Su ejército salió victorioso de esta batalla conocida como Puente Milvio acaecida el año 312. Al siguiente legalizó el cristianismo con el conocido Edicto de Milán. Pocos años después el crismón era estampado en el lábaro de las legiones y acuñado en las monedas de Constantino I, el cual fue bautizado en su lecho de muerte el año 327. Medio siglo más tarde, el cristianismo sería la religión oficial del Imperio Romano decretado por el emperador hispano Teodosio I en el año 380.

El crismón más representado en esta época es el chi-rho. Este contiene las mencionadas letras griegas X (chi) y P (rho) superpuestas, letras iniciales de Cristo: Xpiotóç (Khristós). Al poco se le añade la primera y última letra del alfabeto griego: a/A (alfa)y ω/W (omega); normalmente, alfa en mayúscula y omega en minúscula. En todas las representaciones estas letras están situadas entre las aspas de la X. Durante el románico, aparecen encadenadas o colgando de las aspas superiores. Ambas letras son mencionadas en el libro de las Revelaciones de san Juan: Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, el primero y el último. (Ap 22:13) La lectura completa del crismón viene a decir: Cristo es el principio y el fin de la creación.

Tras estos acontecimientos, los cristogramas se popularizan con su mensaje místico y escatológico que va calando en la sociedad imperial y visigoda. Durante este periodo bajo imperial el primitivo crismón forma parte del arte funerario, monedas y otros objetos de culto. En los siglos XI-XIII experimenta su eclosión plástica en la arquitectura románica, sobre todo en los tímpanos de las iglesias de los reinos cristianos del norte de la península. También era plasmado en los documentos importantes durante este periodo.

Con el paso del tiempo, al primitivo crismón se le fue añadiendo otros elementos y letras con interpretaciones teológicas a gusto del artista o señor que mandaba pintarlo o esculpirlo. Hoy día los especialistas difieren a la hora de descifrar un mismo crismón, algunos casi imposibles de interpretar. El más utilizado en el arte románico es el conocido como trinitario por llevar la letra S (sigma) entrelazada al pie de la P (rho). Los hay de multitud de formas: enmarcado en aro simple o bocel con distintos motivos; con seis u ocho brazos dentro del aro; con la letra omega a la izquierda y derecha en un mismo edificio (catedral de Santiago); con todas las letras invertidas, más bien al revés (Bergua, Huesca); con roseta central de formas variadas; con hasta diez letras capitales (castillo de Loarre)…

          El crismón del sarcófago de Mula es conocido como tau-rho. Su composición iconográfica le da una interpretación diferente, otro significado. Va enmarcado con un círculo o aro con aristas que representa el sol, a su vez, el sol es la luz y la luz es Dios: Yo soy la luz del mundo el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8:12) En su interior, las mencionadas letras T (tau) en la parte inferior y P (rho) en la superior forman una cruz griega. Estas letras son las iniciales de staurós (σταυρός), que significa cruz y stauróō (σταυρόω) crucificar en griego. En el crismón de Mula, conocido también como estaurograma, las letras apocalípticas alfa y omega van invertidas, es decir, omega a la izquierda y alfa a la derecha: fin y principio de la vida. El cristograma va adornado con una corona de olivo, símbolo de victoria utilizado en las olimpiadas de la antigua Grecia. Esta arranca en la base de la caja y sube hasta la tapa para abrazar el crismón. De la parte inferior de la corona arranca la letra I (iota) para unirse con el palo de T (tau) y formar así una cruz latina. La lectura completa del anagrama podría ser: Crucifixión, muerte y resurrección de Cristo. Jesús es la luz que ilumina el mundo, la fe en Jesucristo es el triunfo de la vida eterna sobre la muerte.

Crismón del sarcófago de Mula

También cabe la posibilidad de que la corona sea de laurel, que viene a ser lo mismo. Que el sol represente al Sol Invictus romano, aunque esta era una divinidad pagana; o una simple estrella. También puede ser que la posición de las letras omega y alfa sea un error del artista y que la letra iota que forma la cruz latina no sea tal. Como decía líneas atrás, los cristogramas tienen muchas lecturas, seguro que al crismón del sarcófago paleocristiano de Mula no le van a faltar opiniones diferentes.

Pero este crismón labrado en el sarcófago visigodo hallado en la villa romana de Los Villaricos, no es primero que se conoce en Mula. En campañas de excavación de años anteriores, en este mismo yacimiento aparecieron lucernas de cerámica con crismones diferentes fechados en el siglo V-VII. En la imagen vemos que la lucerna de la izquierda tiene un tau-rho, aunque la P está girada al revés. La de la derecha es un chi-rho bien elaborado, ninguna de los dos lleva más signos cristianos. Incluso desde la baja Edad Media el crismón era familiar a los muleños. Numerosos privilegios concedidos a Mula encabezan el texto de los pergaminos con este símbolo a modo de letra capital. En el Archivo Municipal se conservan dos de ellos. Uno contiene el Fuero de Córdoba concedido a Mula el año 1245 por el Rey de Castilla, Fernando III; el otro es del rey Alfonso X concediéndole el lugar de Campos en 1257.

Lucernas halladas en la villa romana de Los Villaricos, Mula

          El caso es que, el hallazgo del sarcófago, único de este tipo en la Región de Murcia, le da un plus a la emblemática villa romana de Los Villaricos de Mula, una de las más importantes de España. Este asentamiento rural está situado en el paraje del Arreaque, a menos de 3 km del centro de la ciudad línea recta. La villa tiene su inicio en el siglo I d.C. y fue abandonada en la segunda mitad del siglo V aproximadamente. Desde que se hiciese la primera prospección, allá por los años ochenta del pasado siglo, el yacimiento ha ido dando grandes y gratas sorpresas campaña tras campaña. Las excavaciones llevadas a cabo a lo largo de estas décadas han sacado a la luz, de momento, un área construida de unos 3.500 m².

          El núcleo principal conocido como pars urbana, estaba compuesto de una zona residencial (domus) con un patio central porticado de columnas conocido como peristilo (atrio). En torno al patio, giran numerosas habitaciones donde vivían los propietarios de la finca y sirvientes, algunas pavimentadas con mosaicos. Bajo una de ellas se encuentra un espectacular aljibe o cisterna para almacenar el agua potable con pilares de piedra de La Almagra para sustentar el pavimento enlosado de la habitación.

          Al oeste de la domus, se encuentra un conjunto termal (balneum) completo con balsas de agua caliente, templada y fría, sala de reuniones y otras estancias propias de unas termas romanas. Al este del patio principal se documenta una explotación vitivinícola (torcularium) con una serie de habitaciones y piletas a distintos niveles para el proceso de elaboración de vino, además de un gran almacén o bodega que contenía dos filas de pilares sobre basas de piedra de La Almagra para sustentar la cubierta a dos aguas.

Termas villa romana Los Villaricos, Mula

          A unos cien metros al sur de la zona residencial se localiza una colosal almazara (la más grande de península documentada hasta ahora) con seis prensas para la obtención de aceite a gran escala y un espacio construido de casi 700 m². A juicio de los investigadores que están excavando el yacimiento, este asentamiento rural era uno de los centros de producción de vino y aceite más importante de la Hispania romana.

          Tras el abandono de la villa y su explotación agropecuaria hacia finales del siglo V, la zona residencial es reutilizada durante los siglos VI y VII. A la sala más espaciosa (70 m²) de la domus, situada junto al patio principal, se le añade un desproporcionado ábside en forma de herradura para convertirla en basílica o iglesia al culto cristiano, y pavimentada con un mosaico. El patio, atrio y salas colindantes son destinados a necrópolis, en la cual han aparecido cincuenta tumbas, entre ellas el mencionado sarcófago de época visigoda.

  Sin duda, el yacimiento romano de Los Villaricos situado en el paraje del Arreaque en Mula, es un enclave arqueológico de gran magnitud. De hecho, forma parte de la red de Villas Romanas de Hispania. Sin olvidar que lo sacado a la luz hasta el momento es de suma importancia, las ruinas de Los Villaricos aún tiene mucho que decir, aún quedan gratas sorpresas que experimentar y muchas incógnitas por resolver. La continuidad de sus muros en un sinfín de direcciones y la gran cantidad de restos cerámicos desparramados por el paraje, sugieren que queda mucha construcción por desenterrar, mucha más de lo excavado hasta el momento, esto invita a pensar que Los Villaricos puede ser algo más que una explotación agropecuaria, aunque la importancia del mismo está por descubrir. La arqueología tiene la palabra.

Lamentablemente, el dinero destinado a las excavaciones es escaso, insuficiente para llevar a cabo prolongadas campañas de trabajo que abarquen una amplia extensión de terreno. Pasarán muchos años, muchos lustros para que los restos que aún quedan enterrados en este paraje vean la luz.

Mula, 20 de agosto de 2021

Juan Gutiérrez García

FUENTES:

*Un cristograma es un monograma de Cristo. Está formado por una combinación de letras del alfabeto griego o latino y son utilizadas como símbolos cristianos configurando de forma abreviada el nombre de Jesucristo.

-Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana, José Antonio Zapata Parra, José Javier Martínez García: «La villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia): 30 años de investigación». En: XXV Jornadas de Patrimonio Cultural Región de Murcia 2019. Páginas 23-39.

-Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana, José Antonio Zapata Parra: «Sobre la producción del primer torcularium de la villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Zephyrus, LXXXI, enero-junio 2018, Universidad de Salamanca. Páginas 165-186.

-Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana, José Antonio Zapata Parra: «La villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia): un gran centro productor de aceite en la Hispania Tarraconense». En: Archivo Español de Arqueología N.91, CISC 2018. Páginas 89-113.

-Manuel Amantes Sánchez: Una Lucerna africana con crismón procedente del yacimiento rural romano de los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Antigüedad y Cristianismo IX, 1992. Universidad de Murcia. Páginas 469-474.

-Manuel Lechuga Galindo: El conjunto termal de la villa romana de Los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Anales de Prehistoria y Arqueología, Vols. 17-18, Universidad de Murcia 2001-2002. Páginas 477-494.

-Manuel Lechuga Galindo, Rafael González Fernández, Francisco Fernández Matallana: «Un recinto de planta absidal en el yacimiento romano de los Villaricos (Mula, Murcia)». En: Antigüedad y Cristianismo XXI, Universidad de Murcia 2004. Páginas 171-181.

Los Villaricos

Catalogo_Crismon (claustro.com)

crismón – Glosario ilustrado de arte arquitectónico (glosarioarquitectonico.com)

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